
Mas la poesía comienza a hablar para que yo calle, así ella seguirá peleando para traer un poco de luz entre las tinieblas, por lo que os dejo con el decimocuarto poema de Logomaquia, el decimocuarto poema de LUZ ENTRE LAS TINIEBLAS:
XIV EL COLOR DEL ODIO.
Blanco, si
pudiera elegir el color del infierno ese sería, blanco.
¿Acaso no es
el color de la cocaína?
Y la oscura
muerte que se esconde tras la negra capucha,
nada mas que
un blanco esqueleto es,
como blanca
es la nieve, ese infierno blanco y helado
que de muchos
montañistas el alma se ha llevado.
¿Alguien
podría decirme de que color son las nubes en época de sequía?
Blancas,
siempre han sido y serán blancas.
¿Quiénes
fueron los primeros en odiar?
Los
“intrépidos”
blancos siempre los primeros en esclavizar,
en maltratar, despreciar, humillar, y matar,
a los
diferentes, a los que no son de ese odioso color,
ese rosado al
que ellos llaman blanco.
Los primeros
en apartar a los que no tenían el color de ojos indicado,
o no se
postraban ante la cruz del que ya en los inicios, traicionaron.
¿O acaso no
fue Judas uno de los doce primeros cristianos?
¿Acaso era
Judío? No ya no, como no lo eran los otros once.
Los primeros
en enjuiciar y castigar pero los últimos en perdonar.
Una vez leí
a un tal Niestche que hablaba del hombre superior,
el
superhombre, un hombre que está por encima del perdón,
porque
también está por encima del odio y de la culpa,
no conozco
ningún hombre o mujer capaz de ello,
no conozco de
ningún candidato a superhombre,
solo sé el
color del hombre que nunca podrá serlo,
solo se el
color del hombre que no reúne ninguno de los requisitos,
blanco, como
se queda nuestra mente cuando nos bloqueamos, en blanco.
Entonces
porque nos empeñamos en decir que el blanco es el color de…
la pureza, de
la paz, de los inocentes, de los que están limpios de culpa,
acaso
deseamos decir algo, decir que el blanco es el color de…
los elegidos
para gobernar la creación.
¿Porqué nos
empeñamos en ser la mas perfecta esencia?
El mas
sublime perfume, cuando no hay inmundicia que huela peor,
que la
excrescencia de color blanco,
cuando no hay
nada que apeste mas
que el
blanquecino cadáver de un cuerpo putrefacto.
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