jueves, 27 de agosto de 2020

V Pequeño punto azul y pálido 1

El suelo que piso estoy mirando,

mientras voy pensando,

ahí están los recuerdos del pasado,

todo lo que he amado,

todo lo que he odiado,

lo olvidado y lo recordado.

así como el futuro que voy anhelando.

todo lo que soy y seré,

lo que soñaré y no veré,

junto a lo que soñaré y veré,

y así como yo todos los que aquí vivimos,

así como todos los que fueron lo que fuimos,

cuando ves la pequeñez en la que existimos,

no comprendes como en la soberbia insistimos.


Un punto azul pálido es una fotografía de la Tierra tomada en 1990 por la sonda espacial Voyager I desde una distancia de 6000 millones de kilómetros. La imagen muestra la Tierra como un punto de luz casi imperceptible debido al Sol.
Carl Sagan tituló una de sus obras Un punto azul pálido: una visión del futuro humano en el espacio inspirándose en esta fotografía, allí relató sus pensamientos en un sentido más profundo y en ellos me he inspirado para escribir este humilde poema.


miércoles, 26 de agosto de 2020

Tweeteando que es gerundio XXVII...

 A continuación sigo incluyendo algunos nuevos tweets más


de mi cuenta de twitter (si quieres acceder a mi twitter pincha aquí), donde reflexiono un poco en general sobre este mundo sin sentido en el que vivo y del que sin duda formo parte, en cualquier caso espero que estas reflexiones os hagan pensar un poco también a vosotros aunque solo sea para concluir cuan equivocado estoy:


"-La vida es una escuela continúa donde si quieres nunca dejas de aprender...

Life is a continuous school where if you want you never stop learning...

-Nuestra raza podría vivir ya entre las estrellas, pero en vez de eso prefiere matarse aquí en la Tierra...

Our race could already live among the stars, but instead it prefers to kill itself here on Earth...

-A veces te cansa incluso el hecho de estar cansado...

Sometimes even the fact of being tired tires you..."


Daniel Gorostiza Limón.

jueves, 20 de agosto de 2020

Joyas literarias LXXXIV

Incluyo ahora un penúltimo  fragmento de la novela La máquina del tiempo de uno de los padres de la ciencia ficción, H.G. Wells, que para mi es uno de los cuatro grandes escritores del siglo XIX:


"Era el momento de encender una cerilla. Pero para ello tuve que dejar a Weena en el suelo. Así lo hice, y mientras registraba mi bolsillo, se inició una lucha en la obscuridad cerca de mis rodillas, completamente silenciosa por parte de ella y con los mismos peculiares sonidos arrulladores por parte de los Morlocks. Unas suaves manitas se deslizaban también sobre mi chaqueta y mi espalda, incluso mi cuello. Entonces rasqué y encendí la cerilla. La levanté flameante, y vi las blancas espaldas de los Morlocks que huían entre los árboles. Cogí presuroso un trozo de alcanfor de mi bolsillo, Y me preparé a encenderlo tan pronto como la cerilla se apagase. Luego examiné a Weena.

Yacía en tierra, agarrada a mis pies, completamente inanimada, de bruces sobre el suelo. Con un terror repentino me incliné hacia ella. Parecía respirar apenas. Encendí el trozo de alcanfor y, lo puse sobre el suelo; y mientras estallaba y llameaba, alejando los Morlocks y las sombras, me arrodillé y la incorporé. ¡El bosque, a mi espalda, parecía lleno de la agitación y del murmullo de una gran multitud!

Weena parecía estar desmayada. La coloqué con sumo cuidado sobre mi hombro y me levanté para caminar; y entonces se me apareció la horrible realidad. Al maniobrar con mis cerillas y con Weena, había yo dado varias vueltas sobre mí mismo, y ahora no tenía ni la más ligera idea de la dirección en que estaba mi camino. Todo lo que pude saber es que debía hallarme de cara al Palacio de Porcelana Verde. Sentí un sudor frío por mi cuerpo. Era preciso pensar rápidamente qué debía hacer. Decidí encender un fuego y acampar donde estábamos. Apoyé a Weena, todavía inanimada, sobre un tronco cubierto de musgo, y a toda prisa, cuando mi primer trozo de alcanfor iba a apagarse, empecé a amontonar ramas y hojas. Aquí y allá en las tinieblas, a mi alrededor, los ojos de los Morlocks brillaban como carbunclos.

El alcanfor vaciló y se extinguió. Encendí una cerilla, y mientras lo hacía, dos formas blancas que se habían acercado a Weena, huyeron apresuradamente. Una de ellas quedó tan cegada por la luz que vino en derechura hacia mí, y sentí sus huesos partirse bajo mi violento puñetazo.

Lanzó un grito de espanto, se tambaleó un momento y se desplomó. Encendí otro trozo de alcanfor y seguí acumulando la leña de mi hoguera. Pronto noté lo seco que estaba el follaje encima de mí, pues desde mi llegada en la Máquina del Tiempo, una semana antes, no había llovido. Por eso, en lugar de buscar entre los árboles caídos, empecé a alcanzar y a partir ramas. Conseguí en seguida un fuego sofocante de leña verde y de ramas secas, y pude economizar mi alcanfor. Entonces volví donde Weena yacía junto a mi maza de hierro. Intenté todo cuanto pude para reanimarla, pero estaba como muerta.

No logré siquiera comprobar si respiraba o no.


[...]


Sin embargo, de vez en cuando uno de ellos venía

directamente hacia mí, causándome un estremecimiento de horror que hacía que le rehuyese con toda premura. En un momento dado las llamas bajaron algo, y temí que aquellos inmundos seres consiguieran pronto verme. Pensé incluso entablar la lucha matando a algunos de ellos antes de que sucediese aquello; pero el fuego volvió a brillar voraz, y contuve mi mano. Me paseé alrededor de la colina entre ellos, rehuyéndolos, buscando alguna huella de Weena. Pero Weena había desaparecido."


Continuará...

miércoles, 19 de agosto de 2020

Joyas literarias LXXXIII

A continuación incluyo un


antepenúltimo  fragmento de la novela La máquina del tiempo de uno de los padres de la ciencia ficción, H.G. Wells, que para mi es uno de los cuatro grandes escritores del siglo XIX:


"Cuando la quietud del anochecer se difundía sobre el Mundo y avanzábamos más allá de la cima de la colina hacia Wimbledon, Weena se sintió cansada y quiso volver a la casa de piedra gris. Pero le señalé los distantes pináculos del Palacio de Porcelana Verde, y me las ingenié para hacerle comprender que íbamos a buscar allí un refugio contra su miedo ¿Conocen ustedes esa gran inmovilidad que cae sobre las cosas antes de anochecer? La brisa misma se detiene en los árboles. Para mí hay siempre un aire de expectación en esa quietud del anochecer. El cielo era claro remoto y despejado, salvo algunas fajas horizontales al fondo, hacia poniente. Bueno, aquella noche la expectación tomó el color de mis temores. En aquella obscura calma mis sentidos parecían agudizados de un modo sobrenatural. Imaginé que sentía incluso la tierra hueca bajo mis pies: y que podía, realmente, casi ver a través de ella a los Morlocks en su hormiguero, yendo de aquí para allá en espera de la obscuridad. En mi excitación me figuré que recibieron mi invasión de sus madrigueras como una declaración de guerra. ¿Y por qué habían cogido mi Máquina del Tiempo?


[...]



Desperté a Weena y nos   adentramos en el bosque, ahora verde y agradable, en lugar de negro y aborrecible. Encontramos algunas frutas con las cuales rompimos nuestro ayuno. Pronto encontramos a otros delicados Eloi, riendo y danzando al Sol como si no existiera en la Naturaleza esa cosa que es la noche.

Y entonces pensé otra vez en la carne que había visto. Estaba ahora seguro de lo que era aquello, y desde el fondo de mi corazón me apiadé de aquel último y débil arroyuelo del gran río de la Humanidad. Evidentemente, en cierto momento del Largo Pasado de la decadencia humana, el alimento de los Morlocks había escaseado. Quizá habían subsistido con ratas y con inmundicias parecidas. Aun ahora el hombre es mucho menos delicado y exclusivo para su alimentación que lo era antes; mucho menos que cualquier mono. Su prejuicio contra la carne humana no es un instinto hondamente arraigado. ¡Así pues, aquellos inhumanos hijos de los hombres...! Intenté considerar la cosa con un espíritu científico. Después de todo, eran menos humanos y estaban más alejados que nuestros caníbales antepasados de hace tres o cuatro mil años. Y la inteligencia que hubiera hecho de ese estado de cosas un tormento había desaparecido. ¿Por qué inquietarme? Aquellos Eloi eran simplemente ganado para cebar, que, como las hormigas, los Morlocks preservaban y consumían, y a cuya cría tal vez atendían. ¡Y allí estaba Weena bailando a mi lado!

Intenté entonces protegerme a mí mismo del horror que me invadía, considerando aquello como un castigo riguroso del egoísmo humano. El hombre se había contentado con vivir fácil y placenteramente a expensas del trabajo de sus hermanos, había tomado la Necesidad como consigna y disculpa, y en la plenitud del tiempo la Necesidad se había vuelto contra él.

Intenté incluso una especie de desprecio a lo Carlyle de esta mísera aristocracia en decadencia. Pero esta actitud mental resultaba imposible. Por grande que hubiera sido su degeneración intelectual, los Eloi habían conservado en demasía la forma humana para no tener derecho a mi simpatía y hacerme compartir a la fuerza su degradación y su miedo."


Continuara...

viernes, 14 de agosto de 2020

IV Transcendente

Naciste con un cuerpo diferente,

a lo que tenías en mente,

por lo que tuviste que ser paciente,

a veces hasta ignorar a la gente,

soñando con tu verdadero yo mostrar,

para así al por el mundo caminar,

el reflejo de tu alma enseñar,

y así ser tú mismo por vez primera,

trayéndote una merecida primavera,

aquí a tu misma vera,

mientras disfrutas de tu vida entera,

pues vivir por vivir,

no es más que un sinvivir,

pudiendo en armonía contigo mismo vivir.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Tweeteando que es gerundio XXVI...

 A continuación sigo incluyendo algunos nuevos tweets más de mi cuenta de twitter (si quieres acceder a mi twitter pincha aquí), donde reflexiono un poco en general sobre este mundo sin sentido en el que vivo y del que sin duda formo parte, en cualquier caso espero que estas reflexiones os hagan pensar un poco también a vosotros aunque solo sea para concluir cuan equivocado estoy:

"-Los sueños son fantasías, pero también son ideas

que iluminan el camino de nuestras vidas.

Dreams are fantasies, but they are also ideas that light the way of our lives.

-La vida es tan imprevisiblemente hermosa que a  veces la ayuda viene del lugar más inesperado.

Life is so unpredictably beautiful that sometimes help comes from the most unexpected place.

-La estupidez humana es una de las peores plagas que ha asolado esta Tierra.

Human stupidity is one of the worst plagues that has razes this Earth."


Daniel Gorostiza Limón.

jueves, 6 de agosto de 2020

Joyas literarias LXXXII

A continuación incluyo un nuevo fragmento de la novela 
La máquina del tiempo de uno de los padres de la ciencia ficción, H.G. Wells, que para mi es uno de los cuatro grandes escritores del siglo XIX:

"Era ella exactamente parecida a una niña. Quería estar siempre conmigo. Intentaba seguirme por todas partes, y en mi viaje siguiente sentí el corazón oprimido, teniendo que dejarla, al final, exhausta y llamándome quejumbrosamente, pues me era preciso conocer a fondo los problemas de aquel Mundo. No había llegado, me dije a mí mismo, al futuro para mantener un flirteo en miniatura. Sin embargo, su angustia cuando la dejé era muy grande, sus reproches al separarnos eran a veces frenéticos, y creo plenamente que sentí tanta inquietud como consuelo con su afecto. Sin embargo, significaba ella, de todos modos, un gran alivio para mí. Creí que era un simple cariño infantil el que la hacía apegarse a mí. Hasta que fue demasiado tarde, no supe claramente qué pena le había infligido al abandonarla. Hasta entonces no supe tampoco claramente lo que era ella para mí. Pues, por estar simplemente en apariencia enamorada de mí, por su manera fútil de mostrar que yo le preocupaba, aquella humana muñequita pronto dio a mi regreso a las proximidades de la Esfinge Blanca casi el sentimiento de la vuelta al hogar; y acechaba la aparición de su delicada figurita, blanca y oro, no bien llegaba yo a la colina.
Por ella supe también que el temor no había desaparecido aún de la Tierra. Se mostraba ella bastante intrépida durante el día y tenía una extraña confianza en mí; pues una vez, en un momento estúpido, le hice muecas amenazadoras y, ella se echó a reír simplemente. Pero le amedrentaban la obscuridad, las sombras, las cosas negras. Las tinieblas eran para ella la única cosa aterradora. Era una emoción singularmente viva, y esto me hizo meditar y observarla. Descubrí, entonces, entre otras cosas, que aquellos seres se congregaban dentro de las grandes casas, al anochecer, y dormían en grupos. Entrar
donde ellos estaban sin una luz les llenaba de una inquietud tumultuosa. Nunca encontré a nadie de puertas afuera, o durmiendo solo de puertas adentro, después de ponerse el Sol. Sin embargo, fui tan estúpido que no comprendí la lección de ese temor, y, pese a la angustia de Weena, me obstiné en acostarme apartado de aquellas multitudes adormecidas.
Esto le inquietó a ella mucho, pero al final su extraño afecto por mí triunfó, y durante las cinco noches de nuestro conocimiento, incluyendo la última de todas, durmió ella con la cabeza recostada sobre mi brazo."

Continuará...

miércoles, 5 de agosto de 2020

Joyas literarias LXXXI

A continuación incluyo un nuevo fragmento de la novela La máquina del tiempo de uno de los padres de la ciencia ficción, H.G. Wells, que para mi es uno de los cuatro grandes escritores del siglo XIX:

"Ese día, también, hice una amiga... en cierto modo. Sucedió que, cuando estaba yo contemplando a algunos de aquellos seres bañándose en un bajío, uno de ellos sufrió un calambre, y empezó a ser arrastrado por el agua. La corriente principal era más bien rápida, aunque no demasiado fuerte para un nadador regular. Les daré a ustedes una idea, por tanto, de la extraña imperfección de aquellas criaturas, cuando les diga que ninguna hizo el más leve gesto para intentar salvar al pequeño ser que gritando débilmente se estaba ahogando ante sus ojos. Cuando me di cuenta de ello, me despojé rápidamente de la ropa, y vadeando el agua por un sitio más abajo, agarré aquella cosa menuda y la puse a salvo en la orilla. Unas ligeras fricciones en sus miembros la reanimaron pronto, y tuve la satisfacción de verla completamente bien antes de separarme de ella. Tenía tan poca estimación por los de su raza que no esperé ninguna gratitud de la muchachita. Sin embargo, en esto me equivocaba.
Lo relatado ocurrió por la mañana. Por la tarde encontré a mi mujercilla —eso supuse que era— cuando regresaba yo hacia mi centro de una exploración. Me recibió con gritos de deleite, y me ofreció una gran guirnalda de flores, hecha evidentemente para mí.

Aquello impresionó mi imaginación. Es muy posible que me sintiese
solo. Sea como fuere, hice cuanto pude para mostrar mi reconocimiento por su regalo. Pronto estuvimos sentados juntos bajo un árbol sosteniendo una conversación compuesta principalmente de sonrisas. La amistad de aquella criatura me afectaba exactamente como puede afectar la de una niña. Nos dábamos flores uno a otro, y ella me besaba las manos. Le besé yo también las suyas. Luego intenté hablar y supe que se llamaba Weena, nombre que a pesar de no saber yo lo que significaba me pareció en cierto modo muy apropiado. Este fue el comienzo de una extraña amistad que duró una semana, ¡y que terminó como les diré!
"

Continuará...