Cinco son ya los poemas que me quedan por mostrar de mi querida LOGOMAQUIA, un poemario que surgió de dos plumas, y así por un lado estuvo Manolo Moro que mostro al mundo su maestría en el arte de las letras con su PUTAS LUCES DE NAVIDAD, y por el otro yo, Daniel Gorostiza Limón, con ese conjunto de poemas al que llamé LUZ ENTRE LAS TINIEBLAS, siendo así nuestro libro fruto de la suma de dos autores y sus dos obras.
Y como ya es sabido y más que sabido, este es el momento en el que la única voz que suena y resuena por estos lugares es la de mi verso, mi poesía, que en su camino intenta brindarnos una pizca de luz entre las tinieblas que nos acompañan en el día a día en este mundo a veces demasiado gris, así que la hora ha llegado de que se muestre ante ti, lector, el vigésimo sexto poema de Logomaquia, el vigésimo sexto poema de LUZ ENTRE LAS TINIEBLAS:
XXVI VITA MEA 1 V: EL MONTE DEL DESTINO.
Los amores
mueren al igual que nacen,
la vida te
golpea con nuevas realidades,
los
recuerdos, dulce refugio de sabor amargo,
son huellas
que dejaste en tu camino hasta la muerte,
un sendero
que cuesta arriba se hace ahora,
brusco
acantilado en la vejez.
Mas eso ahora
lejos está, aun no ha llegado…
no ha llegado
mi hora de encontrar el Monte del Destino,
para arrojar
mi preciado tesssoro,
mi valioso
anillo de poder, que domina a los demás.
No aun, pues
aunque se que algún día,
a las oscuras
tierras de Mordor me llevará mi camino,
me es grata
aun la pesada carga que sobre mis hombros recae.
Los días se
hacen cortos para un pobre mortal,
mas cuan gran
pesadilla, de hojas que no acaban de desfoliar,
aquel árbol
de pasado remoto,
sería creo
yo, la siempre ansiada inmortalidad.
1 mi vida (en latín)
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