lunes, 11 de enero de 2016

Logomaquía, poéticamente sincera...

Comienza la cuenta atrás, pues pocos son ya los poemas que me quedan por compartir de aquel génesis que fue para mi LOGOMAQUIA, un poemario del que fueron coautores tanto Manolo Moro que toda su magia aportó en su genuína visión de la poesía a la que llamó PUTAS LUCES DE NAVIDAD, como yo, Daniel Gorostiza Limón, que me dejé el alma para que mi LUZ ENTRE LAS TINIEBLAS estuviera a la altura del desafío que se hallaba ante mi, ante nosotros.
Pero mis palabras sobran, pues ese espacio va a ser en este instante ocupado por otras más sabias y sensatas, palabras que harán todo lo que esté en su mano para tratar de brindarnos una pizca de  luz entre las tinieblas que nos envuelven, así que como ya te habrás percatado te encuentras a las puertas del vigésimo quinto poema de Logomaquia, el vigésimo quinto poema de LUZ ENTRE LAS TINIEBLAS:




XXV ¿EL OCASO DE UN SUEÑO?
¿Qué ha quedado del ardor temerario?
¿Qué ha quedado de las ideas,
revoluciones, evoluciones y utopías?
¿Qué ha quedado del sueño de un mundo sin esclavos,
de todos iguales considerados?
¿Qué ha quedado… ¡Qué ha quedado!
Nada, la lucha se ha diluido,
disuelta en un mar de adormecedora autocomplacencia,
en un océano de objetos de consumo,
juguetes que nos entretienen,
caramelos que nos distraen el hambre,
pero nunca la quitan,
que nos apartan de un mundo que no queremos ver,
que no queremos conocer, saber que existe.
Hemos vendido el alma al mercado,
hemos vendido el alma al capital,
y no hemos guardado el recibo.

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