sábado, 30 de noviembre de 2024

Li y el dragón (4ª parte.)

Os dejo aquí un fragmento de mi nuevo libro Mundos, en concreto parte del tercer capitulo del quinto relato de la parte de Mundos Fantásticos.

V Li y el dragón.

Capítulo III: El decreto del emperador. (conclusión.)

-¿Porqué haces esto?; quiso saber la niña que no había dejado en ningún momento de apuntarle con la espada.
-¿Cómo te llamas pequeña?; le contestó la dragona.
-Li Ling, pero dime, ¿Porqué haces esto?
-Bien pequeña Li Ling, yo me llamo Brus, Xin Draco Brus,
vendré dentro unos días y si estás aquí te traeré algo de comida; le comentó ella ignorando la pregunta de Li Ling.
En cualquier caso Brus demostró ser una dragona de palabra y volvió a los dos días con algo de comer, lo cual siguió haciendo de manera periódica a la vez que continuada, lo cierto es que muy pronto esa periodicidad se volvió diaria.
Con el tiempo la niña que a estas alturas ya sabrás que era yo, fue olvidando su resentimiento con aquella criatura, para posteriormente irle cogiéndole cariño, hasta que finalmente acabó por llamarla madre.
Con el paso de los años la gente que había vivido tanto en la aldea como en la fortaleza fue regresando poco a poco a sus hogares, pues todos habían oído la historia de la niña, ahora una mujercita, que vivía bajo la protección de un pacífico dragón, al igual que también algunos dragones decidieron volver a la tierra de Saviaverde, el lugar que les vio nacer, porque oyeron que allí había una comunidad de humanos que no mataba a los dragones sino que los respetaba y los trataba como sus iguales.
Y así es como mi región se convirtió en lo que es ahora, pasando entonces la Fortaleza Oscura a llamarse la Fortaleza Luminosa y la Aldea Sombría cambió a su vez su nombre por el de la Aldea Soleada.
Y fue allí mismo donde me conoció vuestro padre que pensó que la princesa de Valledragón, que es como se conocía en aquel entonces y aún ahora toda mi región, sería la perfecta esposa para el que él quería que fuera el más noble y justo emperador de toda China, su hijo, por lo que me pidió que lo acompañara a la corte imperial.
Yo al principio no estaba segura de si eso iba a salir bien pues no os conocía, pero vuestro padre me dijo que la decisión final siempre sería mía, por lo que él no me obligaría a casarme con alguien al que yo no amaba. Pero lo cierto es que os conocí y me enamoré de vos, pero no de quien podíais llegar a ser y que ahora sois, sino de quien ya erais por aquel entonces. Es por eso que os pido de corazón, mi amado esposo, que acabéis con esta absurda guerra entre humanos y dragones, pues esta no es más que una guerra injusta, como lo son de hecho todas, de la que poco o nada podemos ganar, pero sin embargo podemos perderlo todo, para empezar a nosotros mismos.
El silencio se apoderó de aquella sala del palacio imperial, durando unos instantes que se hicieron eternos, tras los cuales el emperador habló de esta manera: -Creo que vuestras palabras no pueden ser más sabias, mi querida Li Ling, por lo que las tendré en cuenta y daré la orden para que la guerra entre el imperio Chino y los dragones cese de inmediato. Pero no sólo haré eso sino que además enviaré embajadores a todas las tierras de este imperio habitadas por dragones para que vayan a conversar en mi nombre con sus líderes, con el único objetivo de buscar así la forma de convivencia que más nos convenga a ambos, a los humanos y a los dragones.
Hallando así no sólo paz si no también armonía entre ambas especies.
Y así fue como las gentes de China dejaron de temer a los dragones, dejando a su vez de temer los dragones a los humanos.
Así es como la paz llegó cuando los enemigos dejaron de serlo gracias a que dejaron de buscar aquello que les enfrentaba, aquello que les separaba y decidieron hallar aquello que les unía, aquello que los hermanaba.

Daniel Gorostiza Limón.

Espero que te haya gustado esta lectura, si es así y
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