Me dispongo a compartir aquí otro nuevo pequeño fragmento de mi libro La voz anónima, un relato perteneciente precisamente a la sección de relatos breves de esta obra titulada En las cocinas del imperio, espero que disfruteis de su lectura y que os haga reflexionar o mejor aún sentir.
Capítulo IX: Rojo pasión. (conclusión.)
Después de eso nos fuimos hasta nuestra calle y cuando llegamos a la a la altura de la residencia se volvió hacia mi y me dijo: - Mazál tov, Gabriel, te deseo de todo corazón la mejor de las fortunas en tu vida.
-Mazál tov, Deborah, Mazál tov en todo lo que hagas; alcancé a decirle a la vez que la observaba marchar.
Instantes después salió de la residencia Ismael para fumar, al verme ahí parado mirando al vacío me dijo: -Te estaba buscando, cabesa, te voy a enseñar tu nueva ciudad en el Google maps, ya verás que es preciosa.
-Vale; le respondí yo que me acerqué donde él estaba.
-No tengas tanta prisa; murmuró él ofreciendome un cigarro recien sacado de su paquete; vamos a fumar primero que tenemos tiempo de sobra, cabesa.
Dado que tenía bastante tiempo además de un poco de hambre, decidí "picar algo", así que me compré un sandwich de salmón, unas enormes galletas con virutas de chocolate y un batido de platano y fresa, me senté en un banco de la estación dispuesto a comérmelo todo cuando una voz que no creo que pudiera olvidar aunque quisiera exclamó: -¡No me lo puedo creer! ¡Gabriel! ¡Gabriel!
Miré hacia donde provenía la voz y ví que como imaginaba era la dulce Deborah que me sonreía desde unos diez metros de distancia, dejé el sandwich intacto en su triangular caja y me acerqué hasta donde estaba ella, que me abrazó nada más lo hice.
-¡¿Has vuelto a Londres?!; quiso saber ella emocionada.
-He estado unos días aquí visitando a unos amigos españoles y ahora me vuelvo a casa...
-¿Hasta cuando?
-Eso es algo que aun no sé, ¿Y tú Deborah? ¿Qué es de tu vida?
-Pues acabé medicina en junio e inmediatamente después me fuí a Ramala en Palestina, donde he estado trabajando unos meses para la O.N.G. Médicos Sin Fronteras...
Calló durante unos segundos en los que pude observar que Deborah había variado bastante su vestimenta desde la última vez que la vi, de la que solo mantenía el pañuelo púrpura en la cabeza y la ausencia de maquillaje, puesto que en todo lo demás vestía como lo haría una mujer gentil de su edad.
-Y bueno allí conocí a alguien; continuó diciendo volviéndose hacia un grupo de personas que estaba conversando a tan solo unos metros por detrás suya para luego añadir: -¡Ghassán!
Se giró entonces un joven de tez morena y rostro amable que se acercó a nosotros, cuando ya estuvo a nuestra altura, Deborah me comentó: -Este es Habib Ghassán, mi novio.
-Encantado; me dijo él estrechándome la mano con firmeza a la vez que Deborah le decía: -Este es Gabriel, mi amigo español.
-Habib Ghassán no me suena a un nombre hebreo; pensé yo en voz alta.
-Ghassán es un nombre árabe antiguo, y con eso quiero decir que es árabe preislámico, pero sinceramente ahora no recuerdo bien el significado, en cuanto a Habib, lo podríamos traducir al inglés como Querido; me contestó afable Ghassán.
-Ghassán es palestino; añadió Deborah; hemos venido a pasar unos días en Londres, porque quería que mis padres le conocieran, y sí, como puedes imaginar fue un poco como en aquella satírica comedia de Sidney Poitier y Katherine Hepburn que me recomendaste una vez y que por supuesto vi, ¿Adivina quién viene esta noche a cenar?.. Pero bueno, como en la película, al final todo ha acabado bien, y bien está lo que bien acaba...
Y ahora estamos esperando a los últimos compañeros de Médicos Sin Fronteras, para partir hacia nuestro próximo destino, Sudán.
-Me alegra que al final puedas hacer aquello que tanto anhelabas; le comenté yo.
Se le acercó entonces una mujer de bellos rasgos orientales, en concreto chinos, que con un inglés con marcado acento escocés les dijo: -Chicos ya han llegado todos los que faltaban por venir y ahora tenemos que irnos.
-Bueno Gabriel, siento que no podamos hablar más pero debemos marcharnos, pues tenemos que coger el avión que sale dentro de tres horas con destino a Sudán; me dijo ella tras lo cual me dio un fuerte abrazo, después Ghassán me dio la mano y me dijo: -Encantado de conocerte, Gabriel.
Y ahora que el avión está apunto de aterrizar por fin en tierras españolas, en la capital andaluza, y que mi aventura británica está, al menos de momento, por finalizar, una aventura en la que me han sucedido tantas cosas buenas y alguna que otra mala, solo hay una cosa que mis labios se atreven a susurar, algo que mi alma ya ha dicho a gritos mientras redactaba esta la última historia de este libro: -Mazál tov, Deborah, Mazál tov.
Daniel Gorostiza Limón.
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