martes, 19 de julio de 2022

Capítulo IX: Rojo pasión. (5ª parte.)

Me dispongo a compartir aquí otro nuevo pequeño fragmento de mi libro La voz anónima, un relato perteneciente precisamente a la sección de relatos breves de esta obra titulada En las cocinas del imperio, espero que disfruteis de su lectura y que os haga reflexionar o mejor aún sentir. 


Capítulo IX: Rojo pasión. (5ª parte.)


Me dirigí entonces al locutorio para imprimir el contrato, firmarlo y enviarlo escaneado, llamé a mi madre por el camino para darle la buena nueva, y después de hacer todo esto me fui al Tesco para comprar algo de sushi y celebrarlo. Siendo entonces cuando me di cuenta de que era viernes por la tarde y yo me iba el lunes por la mañana, con lo cual no iba a poder despedirme de Deborah, pero justo entonces la vi saliendo de la sección de comida hebrea de aquel supermercado, entonces se paró y me sonrió y yo le hice un gesto señalando la sección de congelados que estaba a su espalda, nos acercamos a esta donde estuvimos caminando uno al lado del otro por aquel departamento del Tesco, y a la vez que lo haciamos yo le dije: -He encontrado trabajo.

-¡Que bien!; exclamó ella; así podrás quedarte más
tiempo aquí, tal y como tú querías.

-Sí y no; le comenté yo; es decir, me han contratado para trabajar en un hotel de Gales, en un lugar llamado Saint David`s.

Su rostro se entristeció notablemente y me preguntó: -¿Has cogido ya lo que querías comprar?

-Sí, pero...

-Yo también; me interrumpió ella; pues entonces iremos a pagar, saldremos y tú me seguirás.

No me dio tiempo a decir nada más cuando ella se giró y se dirigió hacia la caja, de manera que yo me encaminé a otra de las cajas, una vez ambos pagamos nuestras compras, salimos al exterior del supermercado, entonces ella comenzó a callejear y yo tras ella, caminamos hasta que llegamos a una casa abandonada. En aquel momento me acerqué a ella hasta ponerme  a  su  altura  y  le  pregunté: -¿Qué es esto?

-Es una casa abandonada; me respondió ella; yo nunca había estado aquí, pero sé donde se encuentra porque una amiga me habló de ella, aquí es donde al parecer traen a sus novios algunas de las chicas para tener relaciones.

Tras esto se adentró en la casa y subió por la escalera a la siguiente planta, en cuanto a mi la seguí en silencio hasta una habitación vacía que solo tenía un colchón en el suelo 1. Una vez allí, ella se giró y me habló de esta manera mientras se acercaba a mi hasta estar tan solo separados por nuestras respiraciones: -Sabes que para mi ha sido muy especial el haberte conocido y yo sé que para ti también lo ha sido el conocerme a mi, por eso creo que no deberíamos pensárnoslo dos veces y compartir un momento que sea único, un momento que no podamos olvidar nunca, pase el tiempo que pase.

Se quitó de la cabeza su pañuelo color púrpura, lo que dejó al descubiero su melena pelirroja, acto seguido me besó como nadie nunca me ha besado ni probablemente me bese jamás, posteriormente a eso comenzó a desnudarse a la misma vez que me decía: -Quiero que sepas que es mi primera vez...

-¿Tu primera vez?; pero si tienes veinticuatro años; balbuceé sorprendido mientras me quitaba la ropa, pues a mis entonces treinta y dos años la única virgen de la que había tenido conocimiento era la de mi portal de Belén, la cual por cierto también era hebrea. Paré un momento de desvestirme y le dije: -Si has estado esperando tanto quizás debieras reservarte para alguien que realmente te merezca...

Ella ya completamente desnuda me volvió a besar apasionadamente para posteriormente decirme: -Tú eres al que he estado aguardando todo este tiempo.

Inmediatamente acabé de despojarme de mis ropajes y nos tumbamos sobre el colchón, en aquellos instantes nuestros cuerpos se unieron, al igual que nuestras respiraciones, jadeos y gemidos, por un momento nuestros cuerpos se fundieron convirtiéndose en uno solo, y la magia se prolongó y prolongó hasta que finalmente nuestra danza cesó, entonces la besé mientras ella me acariciaba la cara con su zurda, tras lo cual me miró a los ojos y me dijo: -Debemos irnos, el Sabbat está a punto de comenzar y yo debería estar en casa para entonces.

Se apartó de encima mía y comenzó a vestirse, yo actué de la misma manera a la vez que le decía: -Puedo darte mi dirección de Gales para que nos escribamos o mi correo electrónico, mi numero de móvil británico o el español...

-Aunque desearía equivocarme, creo que no estabamos destinados a estar juntos; me interrumpió con dulzura.

-Deborah, ya sabes que yo no creo en el destino; afirmé yo en cambio mientras acababa de vestirme.

-Pero yo sí, Gabriel, yo si; me dijo tras besarme por última vez.


Daniel Gorostiza Limón.


1 Canción recomendada para la lectura de este fragmento, Let stay together interpretada por Al Green.


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