domingo, 12 de marzo de 2017

Rememorando Nigronírica...

La buena literatura es algo que nace si no del alma al menos de las entrañas, de aquello que nos hace humanos, y así nacío NIGRONÍRICA, un libro con tres partes. una de ellas fue SUEÑOS, con su poesía, otra fue SOMBRAS, con sus relatos breves, y finalmente CITAS NADA CELEBRES, con sus aforismos. Todo ello obra de una mente inquieta como la mía, es decir como la de Daniel Gorostiza Limón .
Pero callo ya, porque creo que es mejor dejar que la poesía haga que tus sueños se abran paso entre las sombras diarias, dejándoos aquí mi cuarto poema de NIGRONÍRICA: SUEÑOS Y SOMBRAS:




IV El Cosmos.


Tantos misterios encierras,
que los encierras todos,
porque tú eres el todo
del que somos una parte
que en ocasiones quiere
conocer el infinito.
Tal es tu grandeza
que Dios, Diosa o Dioses,
Madre, Padre, Hijo o Hija,
algunos te llaman,
y muchos más, no menos,
te dan vida,
aun cuando vivo ya estás.
Buscan tu origen,
porque tú eres el origen
de ti mismo, de nosotros, de todo,
pero también eres el fin,
el fin en si mismo de las cosas,
pero también tu propio fin,
y quizás un nuevo origen,
un fénix de entre sus llamas salido,
una nueva vida surgida,
de entre sus propios fuegos fatuos
reencarnación para algunos,
de aquello que carne no tiene,
porque es todas las carnes,
porque es la ausencia de las carnes todas.
Eres todo lo hay que saber,
pero tanto hay que saber
que necesitaremos muchas mentes,
y también vidas para descifrarte,
para conocerte, pero no para amarte,
para descubrirte, pero no para maravillarnos,
para estudiarte, pero no para sorprendernos.
Eres la creación nunca creada,
la muerte de la vida y la vida de la muerte,
vida y muerte, muerte y vida,
y entre ambas tanto por conocer,
y entre ambas tanto por hacer,
y tan poco tiempo para ello.
Quisiera yo desvelar de tus secretos
alguno, para mostrarlo, mas no por vanidad
tampoco por soberbia movido
sino por del árbol de la ciencia
probar, saborear, disfrutar,
pues pecado alguno no hay
en comer de esta manzana,
no existe pecado en conocer,
ni tampoco en querer saber
aquello que oculta el cosmos
en sus dobleces.
Pues tan solo es pecado
a la ignorancia llamar,
a la ignorancia llamarse,
al desconocimiento obligar,
al desconocimiento obligarse,
cuando de la curiosidad de la mente
estamos dotados,
es como no querer acariciar cuando manos tenemos,
como no querer besar cuando labios tenemos,
a aquel a quien amamos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creo en la libertad de expresión, pero también en la buena educación, si tu mensaje no se atiene a estos dos principios, será eliminado. Gracias.