La buena literatura es algo que nace si no del alma al menos de las entrañas, de aquello que nos hace humanos, y así nacío NIGRONÍRICA, un libro con tres partes. una de ellas fue SUEÑOS, con su poesía, otra fue SOMBRAS, con sus relatos breves, y finalmente CITAS NADA CELEBRES, con sus aforismos. Todo ello obra de una mente inquieta como la mía, es decir como la de Daniel Gorostiza Limón .
Pero callo ya, porque creo que es mejor dejar que la poesía haga que tus sueños se abran paso entre las sombras diarias, dejándoos aquí mi cuarto poema de NIGRONÍRICA: SUEÑOS Y SOMBRAS:
IV
El Cosmos.
Tantos
misterios encierras,
que
los encierras todos,
porque
tú eres el todo
del
que somos una parte
que
en ocasiones quiere
conocer
el infinito.
Tal
es tu grandeza
que
Dios, Diosa o Dioses,
Madre,
Padre, Hijo o Hija,
algunos
te llaman,
y
muchos más, no menos,
te
dan vida,
aun
cuando vivo ya estás.
Buscan
tu origen,
porque
tú eres el origen
de
ti mismo, de nosotros, de todo,
pero
también eres el fin,
el
fin en si mismo de las cosas,
pero
también tu propio fin,
y
quizás un nuevo origen,
un
fénix de entre sus llamas salido,
una
nueva vida surgida,
de
entre sus propios fuegos fatuos
reencarnación
para algunos,
de
aquello que carne no tiene,
porque
es todas las carnes,
porque
es la ausencia de las carnes todas.
Eres
todo lo hay que saber,
pero
tanto hay que saber
que
necesitaremos muchas mentes,
y
también vidas para descifrarte,
para
conocerte, pero no para amarte,
para
descubrirte, pero no para maravillarnos,
para
estudiarte, pero no para sorprendernos.
Eres
la creación nunca creada,
la
muerte de la vida y la vida de la muerte,
vida
y muerte, muerte y vida,
y
entre ambas tanto por conocer,
y
entre ambas tanto por hacer,
y
tan poco tiempo para ello.
Quisiera
yo desvelar de tus secretos
alguno,
para mostrarlo, mas no por vanidad
tampoco
por soberbia movido
sino
por del árbol de la ciencia
probar,
saborear, disfrutar,
pues
pecado alguno no hay
en
comer de esta manzana,
no
existe pecado en conocer,
ni
tampoco en querer saber
aquello
que oculta el cosmos
en
sus dobleces.
Pues
tan solo es pecado
a
la ignorancia llamar,
a
la ignorancia llamarse,
al
desconocimiento obligar,
al
desconocimiento obligarse,
cuando
de la curiosidad de la mente
estamos
dotados,
es
como no querer acariciar cuando manos tenemos,
como
no querer besar cuando labios tenemos,