Os dejo aquí un fragmento de mi nuevo libro Mundos, en concreto el segundo capitulo del tercer relato de la parte de Mundos Fantásticos.
III La katana de Michiko Miyazaki.
Capítulo III:Ronin.
Pasaron los años y
mientras la vejez llenaba de canas y sabiduría al ya anciano Toshio
Miyazaki, el nombre de su adorada pero perdida hija Michiko Miyazaki,
de la cual sólo le quedaban los recuerdos de los momentos
compartidos con ella, y por supuesto las fabulosas historias de sus
aventuras succedidas aquí y allá, que le llegaban desde todos los
confines del Japón, se hacía cada día más y más legandario,
llegando a esas alturas a superar a las de él, su propio padre.
Entonces un día,
pero no uno cualquiera, sino el día que hacía
justo treinta años
de que ella se marchara de su casa para convertirse en una samurai
sin señor, en la fabulosa ronin que ahora era, volvió al que fue el
hogar de su niñez. Puesto que después de tanto tiempo fuera, tenía
la necesidad de volver a ver a su querido padre. Así que allí se
dirigió ella, y por el camino vio a un grupo de salteadores que
trataban de asaltar a un anciano ciego, así que sin dudarlo ni un
momento se acercó a ellos para entonces hablar de esta manera a la
vez que desenvainaba una de las dos katanas que llevaba encima:
-Aprovechad ahora que aún teneis la oportunidad desdichados
malechores, desandad lo andado, enderezad vuestras vidas y dejad a
este pobre anciano, pues yo soy la ronin Michiko Miyazaki y esta es
la katana de mi familia, esa que una vez desenvainada asegura la
victoria de quien la empuñe...
No hubo acabado de
hablar cuando los seis maleantes huyeron despavoridos, entonces
después de sonreir al verlos marcharse con el rabo entre las
piernas. se acercó al anciano para ayudarle a levantarse del suelo,
pero cuando estuvo cara a cara con este no pudo más que exclamar:
-¡¿Padre?!
-¿Eres tú
Michiko?, ¡Ojalá mis ojos desprovistos de la vista por los años y
la enfermedad pudieran ver la gran mujer en la que te has
convertido!; dijo él levantándose del suelo por si sólo, para
luego añadir: -He sabido de tus andanzas por todo el Japón, y he de
decir que tus multiples hazañas me han llenado de orgullo, pero
sobretodo han llenado de honor el buen nombre de los Miyazaki, el
cual gracias a ti brilla como nunca había brillado antes, mucho más
allá de lo que yo o ninguno de nuestros antepasados fue nunca
cápaz...
-Me halaga con sus
palabras, padre, pero creo que no es para tanto, es decir que no
debería creer todo lo que la gente cuenta sobre mi.
Toshio le sonrió y
le habló de esta manera:- Lo cierto es que en verdad ansiaba poder
disfrutar de tu compañía, sobre todo ahora que la enfermedad me
acecha...
El rostro de Michiko
Miyazaki se nubló de tristeza para después contestarle: -Padre, yo
también deseaba verlo, esa es de hecho la razón por la que he
vuelto ahora, y sé que no tengo excusa para el hecho de no haber
venido antes, pero lo cierto es que el tiempo ha volado más rápido
de lo que yo desearía y no ha sido hasta ahora que he sabido lo de
su enfermedad que finalmente me he decidido a volver a casa, lo cual
soy consciente de que es totalmente imperdonable...
-Tonterías, lo
único que verdaderamente me importa es que ahora estás aquí; le
interrumpió su padre a la vez le tocaba el rostro con las manos para
luego cogiéndose de su brazo añadir: -Pero ahora acompáñame a
casa y mientras lo haces cuéntame lo que has estado haciendo todo
este tiempo, porque me preocupa mucho que hallas desenfundado a la
ligera la katana que nuestra familia custodia desde de los orígenes
del Japón, pues como ya sabes cada vez que esta es sacada de su
vaina el precio a pagar por su portador es bastante alto.
-Entonces a mi me
alegra el poder quitarle esa preocupación, pues tan sólo una vez
desenfundé la katana y lo hice tan solo para hacer una reproducción
exacta de la misma, pues no necesito una katana que me haga
invencible para derrotar a mi oponente, tan sólo mi propia pericia
con ella y cuando es necesario, pero sólo cuando es necesario,
infundo en mi adversario la creencia de que soy invencible, aunque
realmente no lo sea. Pues como usted me dijo una vez la victoria se
encuentra en parte en hacernos creer que podemos ganar a la vez que
le hacemos creer a nuestro rival que su derrota es inevitable, para
una vez hecho esto no parar hasta que esta finalmente sea una
realidad.
-No sabía que yo
decía cosas tan sabías, esas son palabras más propias de un monje
o un filósofo que de un simple samurai; bromeó Toshio mientras
comenzaban a caminar; aunque sin duda reconozco que estoy de acuerdo
conmigo mismo.
Me complace saber
que no ha perdido el sentido del humor; afirmó ella.
-Hay
algo que tampoco he perdido y es la curiosidad, la cual me lleva a
preguntarte si es cierto eso que dicen de que una vez derrotaste a
una docena de tengu.
-¡Una docena!
¡Menuda barbaridad!; exclamó Michiko bastante sorprendida por las
palabras de su padre; no fueron doce ni por asomo, tan sólo fueron
siete, además al séptimo no lo habría derrotado de no ser por la
ayuda de otro tengu llamado Kabuto.
-Siempre pensé que
los tengu eran criaturas malignas, unos yokai perversos; respondió
su padre a la misma vez que hacía una señal para que abrieran las
puertas del hogar de los Miyazaki.
-Pues lamento
decirle que se equivoca, padre, pues en cualquier grupo ya sea este
humano o divino, hay individuos dañinos y otros, la gran mayoría de
ellos, que no lo son; sentenció ella que calló por unos segundos
bastante sobrecogida de la emoción de ver que su hogar estaba
practicamente como lo dejó cuando se marchó hacía ya tantos años,
para luego añadir: -De hecho en algunos lugares de nuestro
archipiélago son adorados como Dioses benévolos...
-Hija mía querida,
perdona que te interrumpa, pero me asalta otra duda y es sobre la
katana; le comentó su padre intrigado mientras le tocaba sus dos
katanas que como todo buen samurai digno de ese nombre ella llevaba
siempre consigo; pues si esa que has desenfundado hoy no es la
katana de los Miyazaki y desde luego tocando la empuñadura de esta
otra te puedo decir con seguridad que esta tampoco es, ¿Dónde se
encuentra la auténtica?
-Escondida en un
lugar del que tan sólo yo conozco su existencia; le respondió ella.
-Bueno eso era lo
único que necesitaba saber; le dijo Toshio, su padre; y ahora
cenemos y pongámonos al día.
-Así lo haremos
padre, en el par de semanas que pienso pasar en casa tendremos tiempo
para todo eso; le contestó Michiko Miyazaki feliz de estar en el que
aún consideraba su hogar, aunque sólo fuera por una breve
temporada.