Me dispongo a compartir aquí otro nuevo pequeño fragmento de mi libro La voz anónima, un relato perteneciente precisamente a la sección de relatos breves de esta obra titulada En las cocinas del imperio, espero que disfruteis de su lectura y que os haga reflexionar o mejor aún sentir.
Capítulo IX: Rojo pasión. (2ª parte.)
Le enseñé el trozo de papel donde tenía apuntada la dirección de Golders Green Garden Hostel y ella primero la miró, para después coger la nota con la mano y me dirigió la mirada a la vez que me decía: -Menuda letra que tienes, me ha costado entenderte, y eso que yo leo hebreo y estoy acostumbrada a leer en dos alfabetos distintos según de la materia de que se trate...
Señaló luego al papel añadiendo entonces: -Esta dirección está justo en la calle por la que andabas, solo que está un poco más adelante pero no te preocupes que te lo explico...
-No te estás enterando de nada, ¿Verdad?; afirmó ella al mirarme.
-Tanto se me nota; le contesté yo.
-Estaba empezando a pensar que hablaba en hebreo o en sefardí.
-¿Hablas sefardí? Eso quiere decir que entiendes el español, le dije yo.
-No exactamente a no ser que hables español medieval; me comentó ella; aunque supongo que algo sí, pero no estoy muy segura de ello porque nunca he hablado con un español en español, tan solo con sefardíes... Pero bueno en cualquier caso tu residencia me coge de camino a casa, así que si me esperas aquí a que compre en esa tienda, yo misma te acompañaré...
Así es que aguardé hasta que salió del establecimiento para después caminar a su lado por la larga calle donde se hallaba el hostal donde viviría tres intensos meses de mi vida, y cuando ya casi estabamos en frente me señaló el edificio y me dijo: -Es ese bloque, el que está entre las dos sinagogas, la de los hombres y la de las mujeres, yo te dejo aquí, me voy a mi casa que está dos calles más allá.
Avancé hasta ponerme justo en frente de la residencia, y la seguí con la mirada hasta verla girar a la izquierda en la segunda calle que cruzaba aquella en la que yo estaba, para finalmente entrar en la tercera casa.
Entonces escuché como alguien decía mi nombre con acento italiano, miré hacia donde provenía la voz y un tipo de cabeza totalmente rapada de unos veintipocos me hacía gestos para que me acercara desde la puerta de la residencia, cuando me aproximé me dijo: -¿Eres Gabriel?
-Si soy yo; le dije a lo que él me contestó girándose y haciéndome un gesto para que lo siguiese al interior del hostal, llevándome hasta el fondo del pasillo, a la habitación número cuatro, de la que me abrió la puerta, me entregó la llave con la que había abierto y me dijo: -Este es tu cuarto, cualquiera de las camas del fondo están libres, y ahora te dejo que mi turno ha acabado hace media hora ya, Ciao!
Las dos primeras semanas estuve recorriendo Londres con un valenciano llamado Ibon y Javier de Guadalajara, que se volvió a España y del que no he vuelto a saber más, aunque creo que estuvo trabajando en Escocia durante un tiempo.
En cambio Ibon y yo seguimos curriculeando a la par que turisteando juntos ocho días más hasta que el desistió también y volvió a Valencia donde estuvo haciendo un curso de cocina y ahora está empezando a trabajar de eso y al parecer le va bastante bien.
Yo en cambio seguí curriculeando, con la esperanza de encontrar por fin el ansiado trabajo que me permitiera quedarme allí, conociendo un poco más cada día la metrópoli británica.
Dado mi escaso nivel de inglés, comencé a dar clases de este idioma en el centro, en la zona de Holborn, en una academia donde preparan y examinan a profesores de inglés, siendo consecuecuencia de ello que las clases que estos dan son gratuitas.
Daniel Gorostiza Limón.
1 Curriculum vitae.
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