Me dispongo a compartir aquí otro nuevo pequeño fragmento de mi libro La voz anónima, un relato perteneciente precisamente a la sección de relatos breves de esta obra titulada En las cocinas del imperio, espero que disfruteis de su lectura y que os haga reflexionar o mejor aún sentir.
Capítulo I: ¿Amigos o enemigos? (3ª parte.)
Pero también recuerdo una vez que no desistiendo en mi empeño de encontrar un empleo en aquella ciudad que para mi era hermosa a la par que ingrata, me los encontré en el barrio obrero de Hammersmith. Pero a diferencia de mi que no solo los ví sino que los oí hablar entre ellos, los hermanos no se percataron de mi presencia. Pensé en llamarles mas estaba bastante ocupado entrando y saliendo de los bares y cafeterías con mi ristra de currriculums, sin embargo al salir del último de los locales, me acerqué hacía donde estaban, volviendo a escucharles hablar en una lengua que no era ni el catalán ni el castellano, sino otra que desconocía, y cuyos sonidos me eran extraños por no decir totalmente ajenos, lo cual excluía el inglés, el cual iba conociendo cada día un poco más.
Ella me preguntó que cual era la razón para que me encontrara ahora allí, a lo que yo le contesté que estaba repartiendo currriculums por la zona...
-Déjame uno, lo entregaré en la cafetería del hospital en el que estoy haciendo prácticas; me dijo ella no dejándome acabar, respondiendo además a mi inevitable pregunta sobre el porqué estaba ella relativamente lejos de su hogar en Golders Green.
Entonces se le acercó una joven de rasgos indios, que le dijo: -Deborah tenemos que irnos.
A lo que que ella contestó despidiéndose de mi para luego girarse e irse con ella, cuando yo a su vez me giré, Pau y su hermana se habían ido de donde se encontraban, así que me dirigí hacía la boca del metro, donde a continuación entré.
No siendo hasta esa misma tarde, cuando volvía a la residencia de las clases gratuitas de inglés, cuando al salir del metro reconocí la misma lengua hablada por Pau y su hermana, en las bocas de dos pequeños hebreos que no tendrían más de doce años que mantenían una animada conversación. Todo lo cual me hizo darme cuenta de que al igual que Johnny era musulmán, estaba claro que Pau debía ser judío.
Buena y saludable mezcla había entonces en nuestra habitación, un judío, un musulman, un católico napolitano y un ateo.
El tiempo pasó y mi destino me llevó lejos de estos dos amigos, así como de otros cuantos, pero no por ello andé del todo ajeno a sus peripecias, y así estando ya en Saint David`s supe que Johnny y Pau habían dejado la residencia, lléndose a vivir a un barrio de la gran metrópoli británica de cuyo nombre quiero pero no logro acordarme, aunque si recuerdo que la mayoría de sus pobladores eran gentes o bien originarias de Bangladés o bien descendientes de bangladesíes.
De hecho fue el mismo Johnny el que me hizo saber la noticia por un privado del Facebook, en el que me comentaba además: -Ya podré desplegar, por fin, mi alfombra para poder rezar al alba, sin tener que tener en cuenta a la siempre densa población del Golders Green Garden Hostel.
-¿Un judío?.. ¿Pau es judio?.. No tenía ni idea; me contestó él, que según intuía yo estaba bastante sorprendido.
Daniel Gorostiza Limón.
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