Capítulo V: ¿Valor o temeridad? (conclusión)
Yo que llevado por el miedo no había dejado de comer en todo el rato, dejé mi hamburguesa en su caja de cartón e hice lo que me dijo, entonces exclamó: -Ábrela y enséñasela a todo el mundo.
La abrí y pude comprobar como había una placa de policía en su interior, pero sin pararme mucho más a mirarla se la enseñé al resto de los clientes de aquel establecimiento de comida rápida repleto de gente, cuando así lo hice, exclamó: -¡Todo el mundo tranquilo, soy policía!..
-Muy bien ahora vuélvela a meter en el bolso y saca tres bridas de plastico que hay en su interior y espósalos a los tres; añadió a continuación.
En aquel momento si que me puse realmente nervioso, pero hice cuanto ella me dijo.
-Muy bien lo has hecho muy bien, ahora ya puedes sentarte; me comentó para posteriormente dirigirse a los atracadores y añadir: -Ahora vais a decirme donde está aparcado el coche en el que habeis venido, el mismo en el que pensabais marcharos con vuestro botín.
-Es aquel Rover 200 tan estropeado que hay aparcado en la esquina.
-Lo habeis hecho fantasticamente, pero ahora sentaos por favor junto a la barra de espaldas a mi.
Los atracadores hiceron tal y como ella dijo, tras lo cual la agente del orden miró a la cajera y le dijo: -Jane, deja de llorar y tranquilízate, cuando lo hallas hecho, vas a abrir la puerta de un golpe y te vas a apartar rapidamente de la misma...
-Pero, ¿Cómo ha sabido mi nombre?.. ; calló por un segundo, miró la placa encima de su propia camisa y añadió: -Vale, claro, no he dicho nada...
Tras lo cual abrió la puerta de un puntapie, lo que fue inmediatamente seguido de un certero disparo de la agente que le dio al coche en uno de los neumáticos deshinchándolo completamente, tras lo cual exclamó: -Y ahora hermanita, levanta tu culo de novata del asiento y demuéstrame que eres una policía de verdad, así que ni te lo pienses y coge una de las escopetas que hay en el suelo y trae aquí al conductor antes de que escape, ¡Rápido!
De la mesa donde la policía había estado comiendo se levantó velozmente otra hermosa joven con la que compartía rasgos en común que cogió la escopeta que tenía más cercana y salió corriendo hacia afuera, volviendo a entrar a los pocos minutos con otro individuo ya esposado, a la vez que le comentaba a su hermana: -Casi se me escapa.
-Eso es lo de menos, Indira, eso es lo de menos, murmuro la agente; lo importante aquí es que he arriesgado mi vida y tú no me has cubierto, y cuando estás ahí fuera la vida de tu compañero e incluso la tuya propia pueden depender de que sepas reaccionar a tiempo, ¿Me has entendido?
-Sí señora; contestó Indira.
-Pues ahora llama a la central y explícales todo lo que ha sucedido.
-Pues la verdad es que sí; le contesté yo.
-No me has dicho como te llamas; me comentó ella.
-Mi nombre es Gabriel; le respondí yo; ¿Y el tuyo?
-Me llamo Denali; afirmó ella; encantada de conocerte.
-Lo mismo digo; le dije yo mientras veía como metían la camilla dentro de la ambulancia en la que ya le esperaba su hermana Indira.
Después de ese más que peculiar almuerzo, continué disfrutando de mi día en Camarthen, para finalmente volver al hotel a cenar y acostarme. Cuando llegué a las habitaciones de los empleados, me cruce con Alma, que justo volvía de trabajar, la cual al verme me preguntó amablemente: -¿Qué tal tu día en Camarthen?
-Bien, bien, bastante peculiar pero bien.
-¿Peculiar en que?; quiso saber ella curiosa.
-Alma, con gusto te lo contaría, pero temo que si lo hiciera no me creeyeras, porque yo mismo no me lo creería de no ser porque he sido testigo y parte de esos peculiares acontecimientos...
Daniel Gorostiza Limón.
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