lunes, 17 de junio de 2019

Joyas literarias XII

A continuación incluyo un último fragmento de La Odisea de Homero donde se narra el encuentro del terrible Cíclope con Odiseo (Ulises para los romanos),  rápido en ardides (mañas, trampas, artificios o destrezas mentales), el cual es uno de mis primeros héroes de ficción y aún uno de mis héroes favoritos: 

"El cíclope gemía, se retorcía de dolor y palpando con las manos retiró la piedra de la cueva. Se sentó en la entrada, las manos extendidas, por si pillaba a alguien saliendo entre las ovejas. ¡Tan insensato pensaba que era yo! Entonces me puse a meditar cómo saldrían mejor las cosas. ¡Si encontrara el medio de liberar a mis compañeros y a mí mismo de la muerte! Y entretejí toda clase de engaños y planes, ya que se trataba de mi propia vida.  Puesto que un gran mal estaba cercano, esta me pareció la mejor decisión: los carneros estaban bien alimentados, con densos vellones, hermosos y grandes, y tenían una lana color violeta. Conque los até en silencio, juntándolos de tres en tres, con mimbres bien trenzados sobre los que dormía el cíclope, el monstruo de pensamientos impíos; el carnero del medio llevaba a un hombre, y los otros dos marchaban a cada lado, ocultando a mis compañeros. Tres carneros llevaban a cada hombre. Entonces yo, viendo que había un carnero, el mejor con mucho de todo su rebaño, me apoderé de este por el lomo y me coloqué bajo su velludo vientre hecho un ovillo y me mantenía con ánimo paciente agarrado con mis manos a su divino vellón.
Así aguardamos anhelantes a Eos divina y cuando se mostró la que nace de la mañana, la de dedos de rosa, el cíclope sacó a pastar a los machos de su ganado y las hembras balaban por los corrales, pues sus ubres rebosaban de espumosa leche sin ordeñar. Su dueño, abatido por funestos dolores, tentaba el lomo de todos sus carneros que se mantenían rectos. El necio no se daba cuenta de que mis compañeros estaban sujetos bajo el pecho de los lanudos animales. El último en salir fue el carnero guía del rebaño cargado con su lana y conmigo que pensaba muchas cosas.
El poderoso Polifemo lo palpó y se dirigió a él: -Carnero amigo, ¿por qué sales de la cueva, el último del rebaño? Antes jamás marchabas detrás de las ovejas, sino que, a grandes pasos, eras el primero en pastar las tiernas flores del prado y llegabas el primero a las corrientes de los ríos y el primero que deseaba volver al establo por la tarde. Ahora, en cambio, eres el último de todos. Sin duda echas de menos el ojo de tu soberano, el que me ha cegado un hombre malvado, Nadie, con la ayuda de sus miserables compañeros, sujetando mi mente con vino quien todavía, te lo aseguro, no ha escapado de la muerte. ¡Ojalá tuvieras sentimientos iguales a los míos y estuvieras dotado de voz para decirme dónde se ha escondido aquel huyendo de mi furia! Pronto su cabeza, molida por mis golpes reventaría contra el suelo de la cueva y mi corazón se repondría de los males que me ha causado el vil Nadie.
Así diciendo alejó de sí al carnero. Y cuando llegamos un poco lejos de la cueva y del corral, yo me desaté del carnero y liberé a mis compañeros. Entonces arreamos rápido el abundante gordo ganado de finas patas y lo condujimos hasta llegar a la nave."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creo en la libertad de expresión, pero también en la buena educación, si tu mensaje no se atiene a estos dos principios, será eliminado. Gracias.