En aquel momento sonó el telefonillo, dejé el bolígrafo sobre el cuaderno, me levanté y quise saber quien era, pero el aparato no funcionaba demasiado bien, así que abrí de todas formas, porque había quedado con mi amiga Atalanta a esa hora para tomar un café, pensé entonces que no podía ser otra que ella y no me equivocaba.
-¿Qué haces? ¿Porqué has tardado tanto?; me preguntó una vez hubo entrado.
-Pues porque estaba escribiendo, le contesté sin poder dejar de contemplar sus hermosos y felinos ojos negros.
-Sí, eso ya lo veo, pero, ¿Qué es lo que estás escribiendo?
-Pues estoy escribiendo un relato, porque el Made me ha traído este mismo mediodía las bases del concurso literario de Fresón de ultramar y estoy aquí improvisando sobre la marcha para ver si se me ocurre algo.
-¿Improvisando porqué?; me preguntó Atalanta arrugando graciosamente, su pequeña nariz.
-Pues porque estamos a veinticinco y el plazo para enviar los relatos acaba el veintinueve, el veintiocho es el Día de Andalucía, con lo cual debo terminar la historia el veintiséis, para poder corregirla el veintisiete, y esa misma tarde enviarla por correo; afirmé mientras cogía el chaquetón para luego añadir: -¿Traes paraguas? Es que tal y como esta el tiempo estos últimos días me da en la nariz que nos va a llover.
-Si aquí está; me comentó ella tras abrir la puerta; oye y ¿Por qué has empezado tan tarde a escribir?
-Pues como te he dicho, el Madero que es un cacho de pan, sin duda, pero que tiene la cabeza a las a tres de la tarde me ha traído hoy mismo las bases y hasta ahora no me he podido poner a escribir algo.
-No te metas con el pobre Andrés, que encima que se ha acordado de ti y te las ha traído… porque podía no haberlo hecho; afirmó apartándose uno de los mechones de su largo y lacio pelo negro de la cara; además podías haber tirado de algún relato antiguo que tuvieras por ahí.
-Es complicado porque la extensión mínima es de dos folios y la máxima de cuatro y la mayor parte de mis relatos cortos tiene entre diez y quince páginas que es la extensión mas común de los relatos breves, al menos en lo que a concursos se refiere; le contesté para posteriormente llamar al ascensor; además he estado buscando un relato que tenía que se llamaba “Con noticias de Dios”, pero no lo he encontrado, y me da rabia porque tenía la extensión adecuada y además era muy bueno. Porque como cualquier escritor, yo he escrito historias mediocres, pero esa en concreto era muy buena.
-No te preocupes que en cuanto haya pasado el concurso encontrarás ese relato perdido; afirmó a la vez que buscaba algo en su bolso, algo que encontró justo cuando se abría la puerta del ascensor, era su paquete de tabaco, del que me ofreció un cigarro que yo acepté. Y tras darle fuego, y encender el mío me preguntó: -Oye, ¿Y de que iba el relato ese que ahora no encuentras?
(Continuará...)
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