viernes, 27 de diciembre de 2024

El poder de Dev (3ª parte)

Os dejo aquí un fragmento de mi nuevo libro Mundos, en concreto parte del tercer capitulo del sexto relato de la parte de Mundos Fantásticos.


El poder de Dev:


Capítulo III: El poder de la muerte (1ª parte.)


-Dev, hijo mío, acaso crees que no deseaba con todas mis fuerzas devolverle la vida a la mujer que adoraba más que a mi propia vida, a mi querida...

-Entonces, ¿Porqué padre? ¿Porqué no lo hizo? ¿Porqué?; le interrumpí yo totalmente desconsolado.

-Porque con el don de dar la vida viene también el de dar la muerte, es como decía aquel libro del alquimia  que tu madre tenía, estoy seguro que lo recuerdas, es ese que su hermana le envió desde Birmingham... Sí cierro los ojos todavía puedo verla mientras lo lee y relee con una sonrisa iluminando su rostro...

Mi padre se quedó callado unos segundos mirando al
vacío con una leve sonrisa en los labios, a lo que yo mientras lo miraba desconcertado le contesté: -Yo también la recuerdo leyéndolo, era su libro favorito, pero no veo que relación tiene eso con lo que me estaba contando.

Él como despertando de un sueño me miró y me dijo:  -Entonces supongo que recordarás la primera regla de la alquimia, también conocida como la ley del intercambio equivalente.

Lo miré totalmente perdido, mientras él esperaba serenamente a que le diera una respuesta, la cual enseguida le dí: -Pues si no recuerdo mal, lo que esta ley nos dice es que el hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio. Para crear, algo de igual valor debe darse a cambio...

-Así es, mi querido Dev, pues de la misma forma que esa ley actuaba mi don, por lo que cada vez que resucitaba a alguien, otra persona moría en su lugar, cada vez que sanaba a alguien otra persona enfermaba a su vez y de la misma enfermedad además; me contestó él.

-Pero, señor Singh, y eso, ¿Usted cómo lo sabe?; le preguntó Priya.

-Pues muy pronto descubrí que siempre que resucitaba a alguien, moría otra persona en un radio de una milla1 de donde el primero había resucitado. Pero la cosa no se quedaba ahí pues con el tiempo averigüé que podía decidir quien moría y que no tenía que estar cerca, podía estar lejos, muy lejos, por ejemplo en otro país, así que durante un mes más o menos menos seguí salvando a gente de mi querido Jaipur y matando a su vez a terroristas internacionales, asesinos nacionales, es decir gentuza... Pero tu madre cuando se enteró me dijo que aunque tuviera el poder de un Dios, yo no era más que un simple mortal, por lo que yo no era nadie para decidir quien debía vivir y quien morir. A lo que yo traté de convencerla diciéndole cuanto bien hacía salvando a la buena gente de Jaipur, a lo que le añadí además que a todos los que mataba eran escoria humana, alimañas que no pararían de hacerle daño a la sociedad mientras siguieran con vida. Pero ella me dijo que aunque me amaba con todo su corazón, nunca podría vivir con un asesino, aunque este fuera un asesino de asesinos. Y aunque ahora sé que debí hacerle caso, lo cierto es que yo fui lo suficientemente egoísta a la par que soberbio como para no querer perder ni al amor de mi vida ni por supuesto mi don divino, por lo que seguí sanando y matando en secreto, lo cual tu madre nunca sospechó puesto que nunca pensó que yo fuera a ignorar sus deseos de manera tan vil.

En cualquier caso todo iba bien o al menos así era como lo veía yo en aquel momento hasta que llegó el día en que descubrí que había matado a un inocente, si bien es cierto que lo había hecho por error, pues en el momento que lo ejecuté con mi don divino todo indicaba que era un violador y asesino de mujeres, pero un par de años después se descubrió que mi víctima tenía un hermano gemelo del que al haber sido ambos adoptados cuando eran bebes no se conocía su existencia y era este el que realizaba esos actos tan aberrantes...

-Perdóneme que le interrumpa, padre, pero la ciencia forense ha avanzado mucho desde sus días de juventud, lo que hace más difícil que lo que le pasó a usted, ese desafortunado accidente, lo cometa yo; le dije totalmente seguro de mis palabras.


Daniel Gorostiza Limón.


1 Una milla son aproximadamente un 1'6 kilometros o 1600 metros.


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