Cuenta una antigua leyenda,
que Japón recorría con su espada,
una fabulosa katana encantada,
una mujer samurai tremenda,
Michiko Miyazaki se llamaba,
y de aquí para allá andaba,
aldeas e islas ella visitaba,
aldeas e islas ella visitaba,
viviendo mil y una aventuras,
escapando de sus desventuras,
luchando con las fuerzas oscuras,
protegiendo al débil con pericia,
de aquellos que viven de la malicia,
pues una paladín de la justicia,
era sin duda alguna ella,
de la que su nunca contada historia,
me viene ahora a la memoria,
y que algún día me dará una historia bella,
que escribiré con placer,
para a mi lector complacer,
y a Michiko justicia hacer.
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