miércoles, 4 de julio de 2018

XVIII Épica de una vida cotidiana pero no vana


Toda la noche y todo el día,
su vida transcurría,
con toda tranquilidad,
pues ella era todo amabilidad,
la mujer más hermosa del mundo,
podría ella sin duda ser,
es algo que se podía ver,
vivía disfrutando cada segundo,
la vida no había sido un placentero viaje,
pero ella había sabido hacer el encaje,
por lo que ahora que el último sueño,
más y mas se iba acercando,
su temor no se hacía el dueño,
sino que al igual que su vida, se iba debilitando.
Así que un día de este mundo se fue,
con la prudencia de no decir ni un que,
más su silencio nos dejó un sonido,
el de sus carcajadas nunca comedido
se fue pero no desapareció
pues en nuestra memoria permaneció,
se fue al  frío más oscuro,
dejándonos un sentimiento de amor puro.

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