viernes, 8 de diciembre de 2017

Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis: Apéndice I: Génesis de otros relatos: 1ª Parte: Génesis de una mentira...

Aquí os dejo un nuevo fragmento de mi novela Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, para que podáis disfrutar de él, en este caso la 1ª Parte del Apéndice I: Génesis de otros relatos, titulada Génesis de una mentira:

"He de confesarlo en la narración de nuestro periplo por Edrev he mentido, tan solo una vez, pero lo he hecho. Como recordarán apenas hablé de las islas Clamá diciendo que a parte de los descubrimientos hechos en flora y fauna, no había nada relevante en ellas. Pues bien no era cierto, porque si hicimos un descubrimiento de extraordinaria relevancia. Descubrimiento que está incluido en el Piko, pero no del todo en mi relato, al menos no hasta ahora. El hallazgo fue el de una nueva raza humana, los cuales se autodenominaban a si mismos los soidnis. La razón por la cual quise ocultar este magno acontecimiento, fue debida a la ignorancia propia de aquellos que creemos saber más que el resto y que pensamos tener claro aquello que está bien o mal, es decir a mi propia estupidez. Pensé que si las otras razas que pueblan Osiria, la tierra de los mortales humanos, sabían de la existencia de estos hombres de piel cobriza e imberbes, querrían someterlos y robarles el oro y la plata de las que son ricas las islas Clamá. En un alarde de vanidad me vi obligado a proteger a aquellas unobuntus (buenas personas), y en función a eso omití la existencia de los soidnis, pero tan solo en mi relato, puesto que en el Piko están detalladas todas las características socioculturales y también su sistema político, del que os puedo decir que es similar al de los zulúas antes de la integración de la mujer en este, es decir se rigen mediante consejos de ancianos.
Dicho esto os hablaré sobre el origen de este tardío arrepentimiento que se debió a una conversación con Argenafle, en la que yo le comenté la omisión que había hecho y el motivo, pero no había acabado de hablar cuando vi como se estaba echando las manos a la cabeza, y una vez finalicé mi argumentación me habló de esta manera: -Y, ¿Quién se supone que eres tú para decidir que es lo que se debe saber o lo que no? ¿Cuándo te has convertido en un Demiurgo, dios/a creador/a, alma universal, principio activo del mundo, capaz de estar por encima del discernimiento de los demás?
Ocultar el saber es lo opuesto al motivo de este viaje, puesto que no lo hicimos para ocultar el conocimiento sino para revelarlo. Para ponerlo a disposición de todos y que ellos decidan si les interesa o no. Pero nosotros nunca deberíamos elegir por ellos, porque no somos sus superiores. Y si sabemos algo no debemos quitarles esa libertad de elección, no debemos taparles la luz porque pensemos que van a hacer un mal uso de ella. Porque eso no lo sabemos con certeza y podemos equivocarnos. Y aunque acertáramos, no es nada coherente ocultar a nuestros semejantes lo que nosotros sabemos. Pero si no lo haces por eso, recuerda que lo que no quieras para ti, no se lo hagas a otro. Así que si no quieres que te oculten el saber, no se lo ocultes tú al resto. Además lo que querías hacer es una acción inútil, porque tarde o temprano se acabará sabiendo y tú quedarás como aquel que trató de tapar la luz con una mascara, y todo lo bueno que has hecho o harás será olvidado y lo que más se recordará será esta mancha. ¿De verdad quieres eso?
-Tienes razón Argenafle; le contesté yo; subsanaré mi error.
Y con motivo de esa rectificación nació esta primera narración que incluyo en los apéndices, donde quiero disculparme por mi soberbia. Por querer ocultarles las vidas de estos hombres que cultivan extrañas y sin embargo muy sabrosas hortalizas a las que llaman tomates y patatas. Por negaros el hecho de conocer ese delicioso manjar que ellos denominan chocolate, que sacan de una planta llamada cacao, y que es una bebida caliente como jamás había probado tanto en sabor como en textura. Como si eso fuera a servir de algo, como si por el mero hecho de no hablar de ello, pudiera evitar que alguien descubriera el secreto que celosamente guardaba, puesto que aunque la existencia de los soidnis no se hubiera inscrito ni aun en el Piko, tarde o temprano alguien lo descubriría y mi supuesta protección ya no serviría de nada.
Les pido perdón por el paternalismo propio de mi pueblo que nos hace creer que somos algo así como el pueblo elegido por los Dioses, como si eso pudiera existir.
Pido perdón por creerme por encima del resto y querer imponerles mi noción de justicia."

Espero que este octavo fragmento que publico aquí en mi blog de  Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, halla sido de vuestro agrado y ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es


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