Aquí os dejo un nuevo fragmento de mi novela Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, para que podáis disfrutar de él, en este caso la 4ª Parte del Apéndice I: Génesis de otros relatos, titulada Génesis de una navegación alrededor de Osiria:
"Muchas fueron las veces que me pregunté durante nuestro periplo por Osiria sobre la suerte de nuestros compañeros que navegaban por sus mares.
Si a diferencia de lo que ha pasado cuando he relatado la exploración de cualquier otro de los continentes de Edrev no ha sido reflejado en ninguno de los capítulos del libro, es porque según la información que tengo, que es la que mis compañeros marineros me dieron, no les sucedió nada con la relevancia suficiente como para reflejarlo aquí. ¿Modestia de marinos? Podría ser.
Pero aun así hay una “anécdota” que he creído conveniente reflejar aunque sea aquí en los apéndices.
Lo que les sucedió es que cuando recorrían las costas del mar que baña Anihc tuvieron un
encuentro con tres barcos de la armada imperial anihceda, pudiendo observar entonces como sus tripulantes parecían tener unas intenciones para nada amistosas.
-Extranjeros, ¿Qué hacéis navegando por los dominios del emperador Xin Quin?; dijo el que parecía ser el almirante de aquella flotilla; ¡Abandonadlos inmediatamente!
-¿Los dominios del emperador? Que yo sepa los mares no tienen dueño; respondió sorprendida Iria, cuya piel podía recordar por su tonalidad a la de algunos de los pobladores de Nopaj pero cuyos rasgados ojos se asemejaban a los de aquellos hombres que tenía en frente.
-Eso será en otros lugares, aquí en Anihc todo lo que veis pertenece al emperador, desde el suelo al vuelo, desde el mar al subsuelo, todo forma parte de sus dominios; sentenció el almirante; así que marchaos sin más dilación o nos veremos obligados a abordaros con la intención de llevaros a tierra firme a rendir cuentas al procurador imperial más cercano.
Los elfos se miraron preparados para lo peor y se dirigieron a los cañones listos a actuar si sé daba el caso, pero justo cuando los anihcedos se aproximaban dispuestos a abordarlos un tripulante se acercó velozmente al almirante y le comentó: -¡Señor, el navío del capitán Jet Chang se está hundiendo!
No tardó mucho en reaccionar la odaroma del almirante, desplazándose con celeridad con la intención de ir a rescatar a los tripulantes de aquella embarcación, pero mientras lo hacían otro mando se aproximó con precipitación y le dijo: -¡Almirante Eikaj! ¡La dedasa del capitán Dambis también se hunde!
Pero por supuesto, los infortunios para la armada imperial no acabaron ahí, puesto que al poco el contramaestre se acercó a su almirante y exclamó: -¡Señor Eikaj, nosotros nos hundimos también!
Aunque sin duda los tripulantes de la Ajor, al igual que el almirante Eikaj, tampoco salían de su asombro, al ver que su ayuda era necesaria no se dejaron llevar en exceso por este y comenzaron a recoger a los soldados y marineros de cada uno de los navíos hasta tener a bordo a la tripulación completa de las tres embarcaciones. Una vez hubieron hecho esto, el almirante les dio su agradecimiento a Iria y sus Ajornautas hablándoles de esta manera: -Sin duda que vuestra conducta es totalmente intachable, y tenéis por ello nuestra eterna gratitud, sin embargo no logro entender como os habéis decidido a ayudarnos cuando nuestra intención no era otra que abordaros.
-Fueran las que fueran vuestras intenciones nada habría justificado que os hubiésemos dejado a vuestra suerte; comentó la elfa; puesto que hacer lo correcto siempre ha de ser lo primero, estando por encima incluso del deber.
El almirante la miró maravillado y le contestó: -Sin duda que son unas sabias palabras, las cuales me hacen además entender ahora el porque de la nobleza de vuestros actos. Pero te diré más, te diré que no se llevará el viento esas palabras que aquí has pronunciado sino que las tendré en cuenta a la hora de actuar en las ocasiones venideras.
Una vez los hubieron dejado en el puerto, los marineros y soldados se dirigieron a la sede de la autoridad portuaria más cercana, la cual una vez le hubo explicado el almirante lo sucedido les preguntó: -¿Cuál ha sido la razón entonces que ha hecho que se hundan tres de las embarcaciones de la flota imperial? Porque por lo que me contáis nada tenía que ver con el navío extranjero que os habéis encontrado, más bien al contrario, puesto que de no ser por este ahora mismo seguirías en los mares imperiales.
-Lo cierto es que no sabría explicarle que nos ha sucedido; le contestó el almirante; sin duda que es demasiada casualidad para ser un accidente, pero tampoco creo que halla sido un sabotaje.
-Como sabes, el procedimiento habitual nos indica que deberíamos abrir una investigación para poder determinar la causa pero siendo tres embarcaciones, rápidamente llegaría a oídos de los jefazos de la capital, los cuales no podrían evitar la tentación de enviarme a algún alto funcionario de la capital para que supervisara dicha investigación; comentó la autoridad portuaria; y nada me irrita más que los listillos de la capital metiendo las narices en mis asuntos, así que puesto que vuestra intención era haber salido a patrullar ayer pero os fue imposible debido a la tempestad que se desencadenó. Diremos que salisteis ayer de patrulla y cuando nada parecía indicarlo la tormenta os envolvió rápidamente impidiéndoos volver al abrigo de nuestro puerto, ¿Estáis de acuerdo?
-No es que lo esté, es que sin duda eso es lo que ha sucedido; le contestó el almirante.
Mientras todo esto estaba sucediendo, la Ajor se alejaba cada vez más de la costa, una vez se encontraron ya bastante lejos, Iria se asomó por la borda de babor y al ver a Jeffer junto a ese costado del navío le dijo: -No sé porqué pero me da que tú tienes algo que ver con el repentino hundimiento de esas embarcaciones, ¿Me equivoco?
A lo que este le contestó enseñándole primero un hacha y un trozo de madera perteneciente al casco de uno de los barcos, y añadiendo posteriormente: -¿Tú que crees?
-Supongo que sabrás que lo que has hecho es muy arriesgado.
-No cuando se trata de vosotros los elfos; le respondió el sirenido; sabía que los rescataríais.
-Me alegra que el que los elfos seamos tan predecibles en estos casos sea de utilidad; ironizó Iria; pero dime, ¿De donde has sacado ese hacha? Porque que yo sepa los sirenidos no las usáis, vuestra arma predilecta es la lanza.
-Me la regaló el bana y la guardé de recuerdo sin pensar que finalmente la fuera a usar algún día."
Espero que este undécimo fragmento que publico aquí en mi blog de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, halla sido de vuestro agrado y ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es