viernes, 2 de diciembre de 2016

Fragmento del Capítulo XXIII de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis...

Aquí os dejo un fragmento de mi novela Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, para ir abriendo boca, en este caso del Capítulo XXIII: Génesis de una vuelta a casa:

"-Recuerdo que no llevábamos mucho en tu país y ya estaba atardeciendo, así que nos dispusimos a acamapar en un bosque. Nuestro compañero Bodhi que como siempre era el más veloz de todos nosotros, ya había montado la tienda en la que tanto él como Candithilien, Epicaris y el gato negro pasarían la noche, así que comenzó a pasear por los alrededores. El siempre decía que lo hacía para asegurarse de que la zona no era para nada peligrosa, pero la verdadera razón era y es, la de siempre, le encantaba perderse por parajes para él desconocidos, para después encontrarse. Pero en cualquier caso, lo que le sucedió en esta ocasión cuando se perdió es que se adentró en lo que en tu tierra se conoce como la Región Pantanosa, un emplazamiento que alterna lagos, estanques y pantanos con tierra firme, que sería lo que a su vez veríamos nosotros cuando a la mañana siguiente prosiguiésemos el camino. Allí a su vez, se encontró con un anciano cíclope de piel negra que estaba sentado con una cesta llena de pescados a un lado, y con su caña en el otro lado ya recogida. Cuando se acercó un poco más, pudo observar como el anciano jugaba con los pies descalzos en el agua, pero si embargo su vista estaba puesta un poco más allá, en los juncos que se encontraban no muy lejos de sus pies.

-Supongo que te preguntarás que hago, no

amigo; le dijo el ciclope a Bodhi que asintió con la cabeza, y tras mirarle a los ojos al ajornauta le dijo: -Te diría que descansar, pero te mentiría puesto que realmente no estoy haciendo nada, simplemente aprovecho que el pantano ha sido más que generoso hoy conmigo permitiéndome llenar mi cesta antes de lo esperado, para disfrutar de estos instantes carentes de preocupaciones antes de regresar al hogar donde no es que tenga más preocupaciones que otro, pues tan solo debo de ocuparme junto con mi mujer de mis tres nietas.

Bodhi le tocó entonces el hombro y cuando tu compatriota le devolvió la mirada, le preguntó en lengua de signos que donde estaban los padres de las niñas, entonces el cíclope paró de jugetear con el agua y volvió a dirigir la mirada hacia los juncos que estaban más allá de sus pies, tras unos instantes contestó: -Murieron ambos en esta absurda guerra, que como todas ellas carece de sentido y más aun de honor. Mi hijo murió en el frente, cayó según nos dijeron como un héroe, salvando con su muerte la vida de dos de sus compañeros. Como un héroe dijeron, como si no supiéramos todos ya que mi hijo era alguien excepcional, valiente y a la vez compasivo. Como un héroe dijeron, su madre y yo ya sabíamos que era un héroe, no teníamos necesidad alguna de que muriera para comprobar de que pasta estaba hecho nuestro amado Siryu. Y su esposa, nuestra querida nuera que nos dio a esas nietas que con su brillo rivalizan con el mismo Losun, murió bajo un ataque aéreo del ejercito de los manalados, que arrojaron quinqués sobre las casas de madera y papel de la tan hermosa a la par que poblada ciudad de Otoik, conocida como la antigua capital de Grito. Mi hijo era un soldado, y aunque lo que le sucedió fue sin duda una tragedia para nosotros, era algo que sabíamos que podía suceder, pero nuestra nuera Saori era una ama casa, una madre dedicada por entero a sus hijas, a la que el horror fue a llamar a la puerta...
Cayó durante unos instantes para luego decir:

-Y aun así tanto mi esposa Sayuri como yo debiéramos estar más que agradecidos a que ese día tuvieramos a sus pequeñas a nuestro cuidado.

Entonces nuevamente se hizo el silencio y Bodhi le rozó el hombro otra vez casi temeroso de que eso le molestara, a lo que el anciano sin apartar la vista de los juncos le contestó: -No hace falta que me lo digas, elfo sin habla pero no sin lengua, sé que lo sientes y yo te lo agradezco de todo corazón, pero no es momento de que nos pongamos tristes, y disfrutemos de este breve instante previo a que me vuelva casa.
En aquel momento Bodhi se descalzó y se sentó junto a él, con la única separación de la caña de pescar, el anciano le señaló los juncos que no dejaba de mirar y le comentó: -¿Te has fijado la rectitud que tienen esos juncos que asoman por encima del agua?
A lo que el elfo le contestó que sí moviendo afirmativamente la cabeza, o dicho de otra forma, de arriba a abajo, el anciano le señaló entonces el reflejo de los mismos en ese agua aun levemente iluminada por las últimas luces del día y le dijo: -Sin embargo si nos fijamos en el reflejo de esos mismos juncos que las aguas del río nos muestra, vemos que parece que estos estuvieran torcidos, cuando realmente no lo están, de manera que si tan solo mirásemos el reflejo del junco y no el junco en sí mismo pensaríamos que este está torcido. A los mortales que Edrev poblamos nos pasa un poco eso con la realidad, ya que por desgracia nuestra mente crea a veces su propio reflejo de la realidad sin preocuparse por mirar si ese reflejo se ajusta o no a la misma.
Tras esto el anciano sacó sus pies del agua, se los sacudió un poco para posteriormente calzárlos, una vez lo hubo hecho le dijo: -Ahora debo dejarte pues no quiero que mi familia se impaciente si tardó más de la cuenta en volver o peor aun, se preocupe. Supongo que tú tendrás que regresar al campamento que habéis montado no muy lejos de aquí, en el bosque de Di ci, pero antes de que lo hagamos me gustaría saber quien ha tenido la paciencia de oír las penas y desvaríos de este anciano.
Bodhi le contestó deletreando su nombre en el lenguaje de signos, a lo que  el cíclope le respondió a  su  vez   diciéndole: -Encantado de haberte conocido, apreciado Bodhi, mi nombre es Seiya.
-El placer ha sido mio; le dijo Bodhi mediante signos.
Después de esto, Bodhi volvió justo para cenar, pero nada nos dijo de su encuentro con aquel compatriota tuyo hasta varios días después.

-Es una curiosa historia, tan triste como llena de sabiduría, sin duda; me contestó la cíclope una vez hube yo acabado."

Espero que os haya complacido este quinto fragmento que publico aquí en mi blog de  Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesisy ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es

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