Ciclo tras ciclo caduca,
tras el tañido,
de doce campanas,
Ciclo tras ciclo caduca,
tan rápido como el tañido,
de doce campanas,
la vida entre las manos,
se te escapa,
impide que el goce,
también se te esfume.
viernes, 23 de diciembre de 2016
jueves, 22 de diciembre de 2016
Micropoema LXX:
Paz en la tierra,
nos dijeron,
a los hombres,
luego añadieron,
de buena voluntad,
y por eso la guerra,
no tiene dificultad,
de esparcir sus nombres,
en cada confín,
en un ciclo sin fin.
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Fragmento del Capítulo XXII de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis...
Aquí os dejo un fragmento de mi novela Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, para ir abriendo boca, en este caso del Capítulo XXII: Génesis de una última etapa:
“De todas las diferentes oraciones que se pueden oír a lo largo y ancho de Edrev, nuestra hermosa esmeralda, esta es la más antigua a la vez que la más recitada por sus pobladores:
-Airún es mi madre, nada me falta,
en un verde lecho me hace recostar,
me conduce hacia la fuente de la vida
y repara mis fuerzas,
me guía por el sendero justo,
por el honor de sus pensamientos.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo,
tu abrazo y tu aliento me sosiegan.
Me enseñas a prepárame la mesa
y a no tener nadie al que llamar enemigo,
me enseñas a amar la tierra,
para que esta, agradecida, me ofrezca sus frutos.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en el corazón de la Diosa
por años sin término.”
Espero que este séptimo fragmento que publico aquí en mi blog de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, halla sido de vuestro agrado y ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es
“De todas las diferentes oraciones que se pueden oír a lo largo y ancho de Edrev, nuestra hermosa esmeralda, esta es la más antigua a la vez que la más recitada por sus pobladores:
-Airún es mi madre, nada me falta,
en un verde lecho me hace recostar,
me conduce hacia la fuente de la vida
y repara mis fuerzas,
me guía por el sendero justo,
por el honor de sus pensamientos.

nada temo, porque tú vas conmigo,
tu abrazo y tu aliento me sosiegan.
Me enseñas a prepárame la mesa
y a no tener nadie al que llamar enemigo,
me enseñas a amar la tierra,
para que esta, agradecida, me ofrezca sus frutos.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en el corazón de la Diosa
por años sin término.”
Espero que este séptimo fragmento que publico aquí en mi blog de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, halla sido de vuestro agrado y ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es
domingo, 18 de diciembre de 2016
Micropoema LXIX:
Escribir escribo,
soñando que mis sueños,
por otros sean soñados,
gustoso me dejo la vida,
por crear otras,
vivo escribiendo mis sueños,
mis sueños viven escribiendo en mi,
escribo lo que mis sueños viven.
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Micropoema LXVIII:
La indignación
a la masa incomoda
el enojo aún justificado,
no está de moda,
la palabra rebelión,
a la gente desagrada,
para mi es sagrada,
pues espero pasión
del rebaño adormilado,
mas solo balan,
solo balan.
martes, 6 de diciembre de 2016
Fragmento del Capítulo I de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis...
Aquí os dejo un fragmento de mi novela Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, para ir abriendo boca, en este caso del Capítulo I: Génesis y Cosmogonía:
"-Hay más arcos y ballestas en la bodega.
-Lo siento, pero soy más diestro en el arte de la esgrima.
-También allí podrás encontrar el mejor acero élfico.
Cuando espada en mano subí, el combate ya había comenzado y pude ver como unas increíblemente horrendas criaturas de pieles grises y largas melenas blancas trataban de abordarnos pero eran repelidas por una lluvia de flechas que las hacía caer al mar, aun así algunos de estos lograban aterrizar en la cubierta con vida,
lo cual me obligó a darle un uso no deseado al sable y así comencé a combatir a esas no demasiado hábiles pero si extremadamente resistentes criaturas. Y cinco de ellas cayeron bajo mi habilidad con el acero, pero de repente cuando le sacaba mi espada del pecho a la sexta, pude sentir en mi nuca el aliento de uno de esos deformes seres, me giré pero ya era tarde, el orco estaba bajando el brazo para golpearme con su mazo y triturarme los huesos, sorprendentemente cuando ya percibía la cercanía de la muerte, el orco fue empujado con vehemencia por el costado hacía la cubierta. Cuando pude ver que era lo que lo había derribado pude comprobar que era una flecha. Al seguir su trayectoria, sin dejar, claro está, de combatir a los numerosos enemigos que aún quedaban en pie, fui capaz de entrever que había caído gracias a una de las flechas de Candithilien, a cuyos pies se amontonaban los orcos por decenas. Argenafle a la que el combate había llevado a mi lado me dijo mientras con su acero partía en dos a uno de esos temibles seres: -Candithilien no solo es conocida por ser la mejor de nuestros cartógrafos, sino también como una de nuestros mejores arqueros.
La batalla fue tan feroz como aquellas tremendamente vehementes criaturas que no cedían ante nada, y lamentablemente pese a la gran habilidad en combate de esos pacíficos elfos que decían sentir un profundo malestar por haber tenido que arrancarle la vida a otro ser vivo, incluso a uno tan aberrante como un orco, hubo una baja en nuestras filas. Doni, el viejo lobo de mar. Aun hoy recuerdo como pasó todo, Argenafle y yo combatíamos espalda con espalda y acero con acero contra aquellas grisáceas criaturas, cuando al abatir con mi espada a un orco que pretendía atacarla por el costado, me di cuenta de que una lágrima, tan solo una, recorría la mejilla izquierda de Argenafle. Lo cual es un hecho bastante excepcional puesto que los elfos rara vez lloran las penas, es mediante el cantó como se desprenden de ellas. Entonces ella se abrió camino entre los cada vez más escasos orcos que poblaban nuestro navío, los cuales se desplomaban como sacos de patatas tras su paso, mientras en la proa del barco Doni caía bajo los quebrantahuesos de seis orcos. Con su sable dirigido por la furia, cosa que escasas veces se puede ver en un elfo, derribó a tres de ellos sin esfuerzo y sin darles tiempo a que se dieran cuenta de que era aquella némesis la que les privaba de sus vidas de forma tan repentina. De los otros tres, dos cayeron bajo las flechas de Candithilien, y del sexto di cuenta yo mismo,
siendo casualmente este el último orco que quedaba con vida en el barco. La contienda había al fin terminado, y Argenafle se agachó junto a Doni, una vez nos hubo pedido que ya que no estábamos en tierra y que tampoco teníamos barcas suficientes para todos, por lo cual no podíamos dar élfica sepultura a nuestros adversarios, lo lógico era llevarlos a su embarcación para posteriormente prenderle fuego y así cumplir, aunque fuera parcialmente, con el rito del entierro que en la soledad de los mares era realizado por los marinos de Al-Andalus desde los primeros tiempos. Y así, mientras nosotros transportábamos a nuestros terribles enemigos a su estremecedora embarcación, ella le susurraba élficas palabras, que eran contestadas por murmuraciones del cada vez más debilitado Doni. Todo lo cual me fue siendo traducido casi simultáneamente por Candithilien a la que ayudaba a trasladar a los pesados orcos. Y tal como me fue contado así lo transcribo.
-No te entristezcas Argenafle, acabar la vida en los océanos es la más bella de las muertes que un marino que lleva milenios recorriéndolos puede hallar; susurró Doni respirando con excesiva dificultad; y no te engañes porque sabes que mi muerte es sin duda algo definitivo que ninguno de los mejunjes o artes curativas de Kasado podrá evitar."
Espero que este sexto fragmento que publico aquí en mi blog de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, halla sido de vuestro agrado y ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es
sábado, 3 de diciembre de 2016
Micropoema LXVII:
viernes, 2 de diciembre de 2016
Fragmento del Capítulo XXIII de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis...
Aquí os dejo un fragmento de mi novela Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, para ir abriendo boca, en este caso del Capítulo
XXIII: Génesis de una vuelta a casa:
"-Recuerdo
que no llevábamos mucho en tu país y ya estaba atardeciendo, así
que nos dispusimos a acamapar en un bosque. Nuestro compañero Bodhi
que como siempre era el más veloz de todos nosotros, ya había
montado la tienda en la que tanto él como Candithilien, Epicaris y
el gato negro pasarían la noche, así que comenzó a pasear por los
alrededores. El siempre decía que lo hacía para asegurarse de que
la zona no era para nada peligrosa, pero la verdadera razón era y
es, la de siempre, le encantaba perderse por parajes para él
desconocidos, para después encontrarse. Pero en cualquier caso, lo
que le sucedió en esta ocasión cuando se perdió es que se adentró
en lo que en tu tierra se conoce como la Región Pantanosa, un
emplazamiento que alterna lagos, estanques y pantanos con tierra
firme, que sería lo que a su vez veríamos nosotros cuando a la
mañana siguiente prosiguiésemos el camino. Allí a su vez, se
encontró con un anciano cíclope de piel negra que estaba sentado con
una cesta llena de pescados a un lado, y con su caña en el otro lado
ya recogida. Cuando se acercó un poco más, pudo observar como el
anciano jugaba con los pies descalzos en el agua, pero si embargo su
vista estaba puesta un poco más allá, en los juncos que se
encontraban no muy lejos de sus pies.
-Supongo
que te preguntarás que hago, no
amigo; le dijo el ciclope a Bodhi
que asintió con la cabeza, y tras mirarle a los ojos al ajornauta le
dijo: -Te diría que descansar, pero te mentiría puesto que
realmente no estoy haciendo nada, simplemente aprovecho que el
pantano ha sido más que generoso hoy conmigo permitiéndome llenar mi
cesta antes de lo esperado, para disfrutar de estos instantes
carentes de preocupaciones antes de regresar al hogar donde no es que
tenga más preocupaciones que otro, pues tan solo debo de ocuparme
junto con mi mujer de mis tres nietas.
Bodhi
le tocó entonces el hombro y cuando tu compatriota le devolvió la
mirada, le preguntó en lengua de signos que donde estaban los padres
de las niñas, entonces el cíclope paró de jugetear con el agua y
volvió a dirigir la mirada hacia los juncos que estaban más allá
de sus pies, tras unos instantes contestó: -Murieron ambos en esta
absurda guerra, que como todas ellas carece de sentido y más aun de
honor. Mi hijo murió en el frente, cayó según nos dijeron como un
héroe, salvando con su muerte la vida de dos de sus compañeros. Como
un héroe dijeron, como si no supiéramos todos ya que mi hijo era
alguien excepcional, valiente y a la vez compasivo. Como un héroe
dijeron, su madre y yo ya sabíamos que era un héroe, no teníamos
necesidad alguna de que muriera para comprobar de que pasta estaba
hecho nuestro amado Siryu. Y su esposa, nuestra querida nuera que nos
dio a esas nietas que con su brillo rivalizan con el mismo Losun,
murió bajo un ataque aéreo del ejercito de los manalados, que
arrojaron quinqués sobre las casas de madera y papel de la tan
hermosa a la par que poblada ciudad de Otoik, conocida como la
antigua capital de Grito. Mi hijo era un soldado, y aunque lo que le
sucedió fue sin duda una tragedia para nosotros, era algo que
sabíamos que podía suceder, pero nuestra nuera Saori era una ama
casa, una madre dedicada por entero a sus hijas, a la que el horror
fue a llamar a la puerta...
Cayó
durante unos instantes para luego decir:
-Y aun así tanto mi esposa
Sayuri como yo debiéramos estar más que agradecidos a que ese día
tuvieramos a sus pequeñas a nuestro cuidado.
Entonces
nuevamente se hizo el silencio y Bodhi le rozó el hombro otra vez
casi temeroso de que eso le molestara, a lo que el anciano sin
apartar la vista de los juncos le contestó: -No hace falta que me lo
digas, elfo sin habla pero no sin lengua, sé que lo sientes y yo te
lo agradezco de todo corazón, pero no es momento de que nos pongamos
tristes, y disfrutemos de este breve instante previo a que me vuelva
casa.
En
aquel momento Bodhi se descalzó y se sentó junto a él, con la
única separación de la caña de pescar, el anciano le señaló los
juncos que no dejaba de mirar y le comentó: -¿Te has fijado la
rectitud que tienen esos juncos que asoman por encima del agua?
A
lo que el elfo le contestó que sí moviendo afirmativamente la
cabeza, o dicho de otra forma, de arriba a abajo, el anciano le
señaló entonces el reflejo de los mismos en ese agua aun levemente
iluminada por las últimas luces del día y le dijo: -Sin embargo si
nos fijamos en el reflejo de esos mismos juncos que las aguas del río
nos muestra, vemos que parece que estos estuvieran torcidos, cuando
realmente no lo están, de manera que si tan solo mirásemos el
reflejo del junco y no el junco en sí mismo pensaríamos que este
está torcido. A los mortales que Edrev poblamos nos pasa un poco eso
con la realidad, ya que por desgracia nuestra mente crea a veces su
propio reflejo de la realidad sin preocuparse por mirar si ese
reflejo se ajusta o no a la misma.
Tras
esto el anciano sacó sus pies del agua, se los sacudió un poco para
posteriormente calzárlos, una vez lo hubo hecho le dijo: -Ahora
debo dejarte pues no quiero que mi familia se impaciente si tardó
más de la cuenta en volver o peor aun, se preocupe. Supongo que tú
tendrás que regresar al campamento que habéis montado no muy lejos
de aquí, en el bosque de Di ci, pero antes de que lo hagamos me
gustaría saber quien ha tenido la paciencia de oír las penas y
desvaríos de este anciano.
Bodhi
le contestó deletreando su nombre en el lenguaje de signos, a lo que el cíclope le respondió a su vez diciéndole: -Encantado de haberte
conocido, apreciado Bodhi, mi nombre es Seiya.
-El
placer ha sido mio; le dijo Bodhi mediante signos.
Después
de esto, Bodhi volvió justo para cenar, pero nada nos dijo de su
encuentro con aquel compatriota tuyo hasta varios días después.
-Es
una curiosa historia, tan triste como llena de sabiduría, sin duda;
me contestó la cíclope una vez hube yo acabado."
Espero que os haya complacido este quinto fragmento que publico aquí en mi blog de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, y ya sabéis que si queréis saber más sobre lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es
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