Capítulo
I:
Génesis
y Cosmogonía.
“En
el principio solo estaban Airún, la madre y origen de todas las
cosas, y Oefróm, su esposo, el padre nuestro. Pero Airún estaba
cansada, cansada de la inmensidad del vacío que los rodeaba, y vio
que eso no era bueno, así que fruto de su amor por Oefróm nacieron
los dioses menores, de los que posteriormente hablaremos. Pero Airún
no estaba contenta aún, vio la necesidad de crear un lugar donde sus
hijos pudieran jugar, aprender, crecer, mejorar y perfeccionarse. Así
que se recostó en su celestial lecho, y comenzó a dormir, un sueño
que nadie sabe cuando comenzó ni cuando concluirá, tan solo que
esos son el principio y fin de todos los tiempos, quizás los elfos
en su inmensa sabiduría lo sepan, pero desde luego no hay
conocimiento de ningún sabio mortal que haya tenido algo más que
una conjetura de ello. Lo que si sabemos es que según una leyenda
enana confirmada después por los pobladores de la isla de
Al-Andalus, una vez llegue el fin de los tiempos, y después de que
todas las cosas buenas vuelvan a su procedencia, Airún, el origen de
toda bondad, y de toda la belleza que nos rodea, las malas serán
purificadas por Oefróm, el justo, para finalmente volver también a
su origen, Airún, la madre tanto de la vida como de la muerte.
Sucedido esto Airún volverá a dormir, y ese un nuevo origen será,
el principio de algo nuevo que como comenzó también acabará, y esa
será la fortuna y la condena del universo, renacer y morir
continuamente en un sin fin de eternidades.
En
ese sueño, del cual solo Oefróm le podrá despertar, aparecieron
todas las cosas conocidas: estrellas, planetas, lunas, cometas, y
todo lo que puebla nuestra realidad. Y de todas ellas una destacaba
por su belleza, tanto que Logos la hija mayor de Los Padres
Universales, la llamó Edrev, la esmeralda de los cielos. Y así fue
que Airún y Oefróm permitieron a aquellos que así lo quisieron de
entre los millares de sus hijos adentrarse en el interior del sueño
de Airún, pero siempre que asumieran las consecuencias de sus actos.
Siempre que asumieran que al final de los días también ellos serían
premiados o castigados según fuera su conducta, pues como todo lo
demás que en el universo se halle deberán presentarse frente a
Oefróm y Airún jueces de todas las cosas para que se decida su
destino.
Veintiuno
de estos dioses decidieron habitar Edrev que les cautivo de entre
todos los mundos, al igual que a otros de los hijos de Airún les
atrajeron otros diferentes mundos los cuales decidieron poblar…”
Espero que os haya agradado este segundo fragmento que publico aquí en mi blog de Edrev, la esmeralda de los cielos: Génesis, y ya sabéis que si queréis saber lo que les sucede a los intrépidos ajornautas, podréis encontrar todas esas respuestas en la novela ya a la venta en amazon.es


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