Capítulo
IX: Génesis de una defunción.
“Seis
fueron los autores, seis los criminales, seis los culpables de
la
muerte de la más poderosa criatura mágica que jamás haya existido
y de esos seis tan solo uno sobrevivió a tan magno enfrentamiento.
Todo comenzó cuando Tairón y sus cinco compinches fueron expulsados
de la escuela de magia de Aporué, debido a que el interés por las
artes oscuras había acabado por apoderarse de ellos. Convirtiéndoles
en los más hábiles túnicas blancas que hubieran existido en
milenios. Pero lo curioso es que en un principio estos seis magos
pretendían ser magos neutrales, ser túnicas rojas y para ello
estudiaron tanto las artes oscuras como la magia blanca, pero en su
empeño por poder contrarrestar los más maléficos conjuros,
olvidaron la máxima que pronunciaba Nuliro siempre que hablaba de la
ocasión en que derrotó al entonces último túnica blanca hacia ya
mil años: -Cuando miréis al abismo, tened cuidado y recordad que el
abismo puede devolveros la mirada.
Así
que tras ser expulsados de la escuela, ellos decidieron tomarse la
revancha contra aquella a la que culpaban de su expulsión, Nuliro,
la kreuka. Y como sabían que ninguno de ellos podría ser ni por
separado ni combinados rival para ella, decidieron tenderle una
trampa. Y así fue como la maga de ébano se adentró en el bosque
que había a un sócrates (kilómetro) del edificio donde se
encontraba el rectorado que ella presidía,
siendo
consciente de que se dirigía hacia una trampa, pero aun así fue sin
pensárselo dos veces porque quería evitar que esos chicos
que habían extraviado su camino
le pudieran hacer daño a nadie. Tras andar un largo trecho, llegó
al claro donde le indicaba el anónimo mensaje que se encontrarían,
y una vez allí agudizó sus sentidos para ver de donde podría
venirle el primer ataque. Lo que ella no se esperaba eran seis
ataques simultáneos, seis
ríos de muerte,
ante lo cual no pudo hacer otra cosa que levitar con gran celeridad a
una altura que habría cortado la respiración de cualquier humano
mortal, mientras desde el firmamento contemplaba como los seis
torrentes energéticos convergían en un mismo punto provocando una
gran explosión.
-Ya
deben de haberse percatado de que algo va mal por el bosque de
Levram
en prácticamente cualquier punto de Aporué; pensó la kreuka de
ébano; he de actuar rápidamente si no quiero que alguien más sufra
algún daño.
Descendió
entonces al gran cráter que se había producido y allí le esperaban
los seis magos y mientras lo hacía dijo: -No tiene porque acabar de
esta manera, podéis entregaros y el rectorado encontrará la
solución más adecuada a vuestro problema…
-Con
solución quieres decir que nos tendréis encerrados en la prisión a
prueba de magia de las Lorcas
(piedras de los dioses) hasta que demos muestras de no seguir el
camino que voluntariamente hemos elegido; respondió Tairón; estás
muy equivocada si crees que vamos aceptar ese destino sin pelear,
cuando lo que claman nuestras almas es venganza, venganza contra ti y
contra tu hijo Selcirep que fue quien nos delató.
Tras
esto Tairón lanzó con sus manos una llamarada que en vez de quemar
a Nuliro la atravesó carbonizando a una de las seis túnicas
blancas, posteriormente la autentica kreuka se le apareció por
detrás, tocándole el cuello con tres simples dedos y dejándolo sin
sentido, pero cuando lo hizo fue atacada por un rayo lanzado por otro
de los túnicas blancas a lo que está contestó girándose con
celeridad y pronunciando tan solo una palabra: -Especulo.
A
continuación el mágico golpe fue devuelto a su portador que cayó
inerte.

Con
posterioridad a esto Nuliro se golpeó tres veces en su frente con
los dedos corazón e índice, tres en su corazón y tres en su sexo.
Tras esto donde anteriormente había tan solo una kreuka aparecieron
tres, lo cual le daba la ventaja de poder combatir con el trío de
magos restante a la vez, pero tenía la desventaja de que su energía
vital se dividía en tres, lo cual la hacia más vulnerable ante
estos, pero debía asumir el riesgo si quería acabar con esta
amenaza para la escuela y para su hijo. De esta manera la que estaba
más a la izquierda miró enrojeciendo totalmente sus ojos a la única
túnica blanca de sexo femenino que seguía en pie y la convirtió en
estatua de piedra, sin embargo una sombra aparecida de la nada le
tocó la espalda congelándola al instante. Mientras tanto en el otro
extremo del bosque otra de las Nuliros
esquivaba una batería de flechas que aparecidas de la nada le
arrojaba un túnica blanca, para una vez que estuvo junto a él
tocarle el entrecejo con su dedo meñique y decir: -feles
nigra.
Después
de estas palabras el mago se transformó en un gato de color
negro y
cayó con celeridad desde las alturas en las que se encontraba
suspendido, pero como todo buen felino cayó de pie y maullando se
alejó velozmente de allí. Con posterioridad a ello alguien le rozó
la espalda y cuando esta se giró, Tairón le tocó el entrecejo con
el meñique y exclamó: ¡Petrificus
est!
(estás petrificada.)
Tras
esto la kreuka se convirtió en una esbelta piedra negra como el
carbón de las minas enanas, pero antes de que cayera Tairón la
cogió, y tras hacer varios pases con las manos durante un tiempo
bastante prolongado la hizo desaparecer. Aunque lo que las leyendas
nos cuentan es que el poder de la kreuka era tal que no pudo
desintegrar la roca como él hubiera deseado, teniendo que
contentarse con enviarla lo más lejos que le fue posible,
desconociendo hasta el mismo cual sería este lugar. Si se
encontraría en mar o tierra, colina o valle.
En
cuanto a la última de las Nuliros se encontraba posada sobre la copa
de un ciprés frente a su adversario, el cual gritó de una forma tal
que su chillido iba desintegrando todo aquello que encontraba a su
paso. Sin embargo cuando este casi rozaba a la maga de ébano,
aquella impasible a la par que inmóvil, pronunció tan solo
una palabra: -Eco.
Repentinamente
el chillido comenzó a resonar alrededor de su rival
fulminándolo al
momento. En ese mismo instante se giró y extendiendo bruscamente el
brazo desplazó sin necesidad de tan siquiera tocarlo al vil Tairón
que se aproximaba por su espalda.
-No
creerías que era así de sencillo derrotarme; afirmó Nuliro a la
vez que descendía a tierra firme de nuevo.
-Ni
mucho menos mi querida maestra; comentó Tairón sarcásticamente
para después añadir; pero antes de que acabe contigo dime una cosa,
¿Porqué no me has matado cuando tuviste oportunidad? ¿Cuál es la
razón de que me hallas dejado con vida sabiendo que yo en cambio no
dudaré en acabar contigo?
-Te
lo diré si tú me dices antes, ¿Es que acaso no imaginabas que el
enviar a tus compañeros a asesinarme era encaminarles a una muerte
segura? ¿Qué tipo de líder hace eso con sus seguidores?
-Aquel
que sabe que sus secuaces son prescindibles; sentenció Tairón; pero
ahora responde a la pregunta para que pueda acabar al fin con tu ya
demasiado longeva vida.
-En
primer lugar porqué a diferencia de ti yo no mato a traición por la
espalda, y en segundo lugar porque creo que la muerte es un castigo
demasiado suave para un individuo tan malvado como tú. Aunque
lamentablemente he cometido un error de cálculo, puesto que pensé
que ibas a permanecer más tiempo sin sentido…
-Bueno
es hora de ponerle fin a esto; le interrumpió Tairón; uno de los
dos no saldrá vivo de este bosque y no tengo duda de que esa serás
tú.
Dicho
esto los dos se miraron a los ojos esperando, analizándose el
uno al
otro, cuando inesperadamente apareció el hijo de Nuliro en aquel
claro. Era el primero de los magos que se adentrarían en aquel punto
del bosque de Levram en los próximos instantes. Entonces y sin
pensárselo ni un momento, Tairón le lanzó un rayo que le habría
dejado allí mismo inerte si no fuera porque Nuliro se transportó
hasta donde Selcirep se encontraba para tocándolo con su zurda
decir: reditus
(vuelta, retorno, regreso.)
Y
al instante el joven semikreuko se encontraba de nuevo en su
habitación, pero este no fue aún el final de la maga de ébano dado
que extendiendo la otra mano hizo un giro de muñeca hacia la derecha
desviando el rayo hacia esa dirección. Desgraciadamente el pérfido
Tairón había aprovechado toda esa distracción para concentrar toda
su energía en su más funesto conjuro, el río
de muerte,
y esta viendo la cercanía de su defunción, habló de esta manera
mientras daba con su pulgar izquierdo siete golpecitos a un ciprés
que tenía junto a sí: -Aunque acabes conmigo ahora, siempre habrá
alguien dispuesto a evitar que consigas tus propósitos, y si no
fuera así todavía queda la piedra… Sí, esa misma en la que estás
pensado, la que no has sido capaz de destruir y que contiene parte de
mi esencia, has de saber que si algún mago conocedor del conjuro y
con el suficiente poder para hacerlo la encuentra podrá devolverme a
mi forma original y entonces tu venganza habrá fracasado.

Tras
esto el campo de fuerza que había creado con su mano derecha se
desvaneció al paso del torrente energético, que hizo de idéntica
manera con la hermosa kreuka de ojos claros y piel oscura…”