Por
aquel entonces Spring decidió poner fin al misterio que se
desenvolvía alrededor de aquella catedral. Esta era una de las tres
edificaciones religiosas de origen europeo de la ciudad, siendo la
única de esas iglesias que era católica. Este era además un lugar
frecuentado, entre otros y por motivos laborales, por su más que
amigo Eidan Nadie.
Pues
bien, aquella noche, se encontraba situada entre las sombras del
portal de una de las viviendas que estaban de frente al lateral
derecho de aquella catedral gótica al más puro estilo francés,
tanto que se diría que era una versión reducida de la de Notre-Dame
de París.
Ella,
a pesar de sus sesenta y cinco años conservaba una vitalidad,
agilidad y fuerza nada propias de su edad, heredadas de su madre
decía ella. Desconociendo sin la más mínima sospecha lo cierto que
era eso, pues sin duda ignoraba el gran secreto
que su madre guardó durante toda su vida y que solo llegó a conocer
su marido, el padre de Spring. Pero esa, la leyenda
de la vampiresa que
dejó
de serlo,
es otra historia ya narrada íntegramente en “La
joven y su secreto”,
a la cual me remito. Ahora nos concierne saber que fue aquello que
dejó a Spring totalmente sorprendida y confundida aquella noche de
octubre de 1964.
En
cuanto a la catedral, sabía que este era un edificio que había sido
comenzado a construir en 1540, por orden de un grupo de frailes
franciscanos galeses de la localidad de Carmarthen. Los cuales
abandonaron Gales cuando Enrique VIII, rey de Inglaterra y señor de
Irlanda, confiscó la propiedad de las instuticiones de la iglesia
católica en el proceso que daría origen a la iglesia anglicana.
Estaba
Spring ensimismada en aquellos pensamientos, cuando vio algo que por
mucho que de mil y una maneras los lugareños le habían estado
contando, ni en su mayor delirio habría imaginado. Las gárgolas
empezaron a moverse, primero vagamente sus alas aquellas que las
tenían, los brazos aquellas que no. Pero después mientras los que
estaban desprovistos de alas aprovechaban la densa niebla, que había
aparecido de la nada, para deslizarse entre las sombras, los alados
sobrevolaban en silencio la catedral como si se cuidasen de que estos
no cayeran en su descenso desde las alturas o no fuesen vistos. Una
vez las gárgolas imposibilitadas para el vuelo estuvieron en el
suelo, todas iniciaron su marcha en la misma dirección.
De
pronto cuando llegaron a la altura del portal donde ella estaba
cobijada, se pararon y pese a la espesa niebla que dificultaba la
visión y a los diez metros de distancia que los separaban, se
quedaron contemplándola como si no les sorprendiera que ella
estuviera allí. Y mientras observaban en dirección a donde Spring
se encontraba, con tal claridad como la de un soleado día de verano
en las tierras de mi Andalucía natal, comenzaron a susurrar extraños
sonidos. Y esa sonoridad se asemejaba al rumor de las palabras, si es
que no eran verdaderamente palabras, palabras en diferentes idiomas.
Algunos que conocía como el gaélico, el español, el inglés, el
chino, o el francés, otros desconocidos como el hindi, el latín, el
griego antiguo, el árabe o el hebreo. Así cada una parecía hablar
un idioma diferente y sin embargo hablaban una sola lengua, o quizás
era al contrario.
-La
otra alternativa; le pareció entender en aquellas lenguas que
dominaba.
Dicho
esto, siguieron su camino hacia un callejón cercano a la catedral,
entonces Spring, al haber comprobado que las gárgolas no parecían
tener intención de hacerle nada, sin temor alguno y sin dudarlo ni
un momento, decidió salir a la “luz”. Sin poder evitar en
cualquier caso sentirse recelosa y extrañada por el comportamiento
de esas criaturas al verla, y las palabras que le había parecido
escuchar. Así que resuelta a encontrarle algún sentido a esa
impensable situación, las siguió hasta aquel lugar, y allí pudo
ver como todas ellas miraban hacia un mismo punto sumido en la
oscuridad.
-¡No
es posible! ¡El amo de las gárgolas!; pensó mientras se les
acercaba avanzando cobijada por las sombras y tinieblas de una noche
sin luna.
Las
gárgolas, como si pudieran haber escuchado aquel pensamiento, se
giraron y comenzaron a aproximarse a ella, sin prisa alguna ni
tampoco pausa.
Espero que os haya gustado este el antepenúltimo fragmento que publicaré aquí en este blog y ya sabéis que si queréis conocer lo que le sucede después a Spring o que le acontece a su madre Kate, podéis encontrar todas estás respuestas en mi novela Tres Mujeres en un mundo cambiante, Volumen I, a la venta en amazon.es
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