En esta historia real, el niño acaba de cumplir 6 años pues es 22 de Noviembre de 1985, una época en la que solo había dos canales de televisión la primera y la dos, y al menos en esa casa andaluza el vídeo (VHS por supuesto) no había llegado todavía, aunque no tardaría en hacerlo en un hogar tan cinéfilo como el del pequeño Daniel.

Después de un rato aparece Nuria, la madre de Daniel, con dos adultos más a los que es incapaz de recordar, esta aparición de su madre no le coge de sorpresa ya que cree que es la respuesta al hecho de que ella no le hubiera hecho un regalo en su cumpleaños.
Y lo cierto es que no sé equivoca, puesto que los dos adultos traen algo que es como su cinexin pero mucho más grande, y aunque aun no sabe que eso se llama proyector de películas, sabe lo que es, como lo saben todos los niños del cuarto que callan su natural bullicio al ver entrar a los tres adultos con semejante armatoste.
Mientras los dos adultos "anónimos" lo colocan en la mesa de la habitación del pequeño onubense, su madre le pone la mano en el hombro para posteriormente decirle: -Daniel, espero que te guste el regalo de cumpleaños que te he traído este año.
Pasada la hora la película se para, todos lo niños miran hacia atrás como si se tratara de uno solo y los adultos que también se habían quedado embobados con la película se apresuran a cambiar el rollo de película. Pues en aquella época existía una cosa llamada celuloide que había que cambiar a mitad de la película para ver la siguiente parte, motivo por el cual algunos cines hacían un descanso para que los espectadores salieran un rato mientras se colocaba el siguiente rollo de película.
Tras esta operación los niños disfrutan de la segunda mitad de la película...
Hoy a sus 35 años de edad Daniel sabe y no sé cansa de decir que ese fue el mejor regalo de cumpleaños que le ha hecho nadie en su vida.
Ya no en aquella que te hace mover objetos con la mente pero si en esa que te hace vivir momentos especiales, como cuando te enamoras, cuando pasas buenos ratos con la gente a la que quieres ya sean amigos o familiares, ya sea conversando viendo una película o simplemente comiendo, cuando escribes una historia y te va apasionando como se va desarrollando tu argumento, etc...
Por lo que no puedo estar más que agradecido hacia mi madre pues el regalo de la ilusión es mejor que cualquier otra cosa que uno pueda atesorar y guardar en algún sitio de su casa... Gracias, gracias, gracias...
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