
"Fernando: -Ahora los ríos sobre España, en vez de ser ríos, son largas cadenas de agua.
Mariana: -Por eso hay que mantener la cabeza levantada.
[...]
Pedro: -(Apasionado). ¡Quién pudiera pagarte lo que has hecho por mí! Toda mi sangre es nueva, porque tú me la has dado exponiendo tu débil corazón al peligro. ¡Ay, qué miedo tan grande tuve por él, Mariana!
Mariana: -(Cerca y abandonada). ¿De qué sirve mi sangre, Pedro, si tú murieras? Un pájaro sin aire ¿puede volar? ¡Entonces!… (Bajo). Yo no podré decirte cómo te quiero nunca; a tu lado me olvido de todas las palabras.
Pedro: -(Con voz suave). ¡Cuánto peligro corres sin el menor desmayo! ¡Qué sola estás, cercada de maliciosa gente!
¡Quién pudiera librarte de aquellos que te acechan con mi propio dolor y mi vida, Mariana!
Mariana: -(Echando la cabeza en el hombro y como soñando). ¡Así! Deja tu aliento sobre mi frente. Limpia esta angustia que tengo y este sabor amargo; esta angustia de andar sin saber dónde voy, y este sabor de amor que me quema la boca. (Pausa. Se separa rápidamente del caballero y le coge los codos).
¡Pedro! ¿No te persiguen? ¿Te vieron entrar?"
Continuará...
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Creo en la libertad de expresión, pero también en la buena educación, si tu mensaje no se atiene a estos dos principios, será eliminado. Gracias.