
"Mariana: -Pues yo sabré vencerlas. ¿Qué pretende? Sepa que yo no tengo miedo a nadie. Como el agua que nace soy de limpia, y me puedo manchar si usted me toca; pero sé defenderme. ¡Salga pronto!
[...]
Pedrosa: -(Bajando la voz y apasionándose). Yo te quiero mía, ¿lo estás oyendo? Mía o muerta. Me has despreciado siempre; pero ahora puedo apretar tu cuello con mis manos, este cuello de nardo transparente, y me querrás porque te doy la vida.
[...]
Mariana: -¡Qué me importa! Yo bordé la bandera con mis manos; con estas manos, ¡mírelas, Pedrosa!, y conozco muy grandes caballeros que izarla pretendían en Granada. ¡Mas no diré sus nombres!
Pedrosa: -¡Por la fuerza delatará! ¡Los hierros duelen mucho, y una mujer es siempre una mujer! ¡Cuándo usted quiera me avisa!
Mariana: -¡Cobarde! ¡Aunque en mi corazón clavaran vidrios no hablaría! (En un arranque). ¡Pedrosa, aquí me tiene!"
Continuará...