
su daño profundo,
surgido de mi mano,
o de la de mi hermano,
observo el hogar,
que deberíamos amar,
y veo desolación,
tras la sin razón,
del alma humana,
que por la codicia,
con total malicia,
de la tierra rebana,
hasta el ultimo fruto,
con o sin violencia,
esta es la cadencia,
pero ya no me inmuto,
pues de nuestra desgracia,
digo sin ninguna falacia,
somos los amos,
y hacia ella vamos.
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