A continuación incluyo un penúltimo fragmento más de la ilustre novela Frankenstein o el moderno Prometeo de la escritora y filosofa que para mi es una de los cuatro grandes escritores del siglo XIX, Mary W. Shelley:
"—¡Demonio! —exclamé—. ¿Te atreves a acercarte a mí? ¿Es que no temes que la furiosa venganza de mi brazo caiga sobre tu despreciable cabeza? ¡Apártate, alimaña miserable! ¡O mejor… quédate ahí para que pueda arrastrarte por el lodo…! ¡Y… oh, ojalá pudiera, con la destrucción de tu miserable existencia, devolverles la vida a aquellas criaturas a las que asesinaste diabólicamente!
—Esperaba este recibimiento —dijo el demonio—. Todos odian a los desgraciados… ¡Cuánto me odiarán a mí, que soy el más desdichado de todos los seres vivos! Pero vos, mi creador, me odiáis y me rechazáis, a vuestra criatura, a quien estáis ligado por lazos que solo se desatarán con la muerte de uno de los dos. Os proponéis matarme… ¿Cómo os atrevéis a jugar así con la vida? ¡Cumplid con vuestro deber para conmigo, y yo cumpliré con vos y con el resto de la humanidad! Si aceptáis mis condiciones, os dejaré en paz, a ellos y a vos; pero si os negáis, alimentaré las fauces de la muerte hasta que se sacie incluso con vuestros seres más queridos.
—¡Monstruo abominable…! —grité furiosamente—. ¡Eres solo un demonio, y las torturas del infierno son una venganza demasiado dulce para los crímenes que has cometido! ¡Maldito demonio! ¡Y me reprochas tu creación! ¡Ven, para que pueda apagar la llama que encendí de un modo tan imprudente!
Mi furia estaba desatada. Salté sobre él, impelido por todos los sentimientos que pueden armar a un ser contra la existencia de otro.. Él me esquivó fácilmente y dijo: —¡Calmaos! Os suplico que me escuchéis, antes de que descarguéis vuestro odio sobre mi desventurada cabeza. ¿Acaso no he sufrido lo suficiente, que aún deseáis aumentar mi desdicha? Amo la vida, aunque solo sea para mí una sucesión de angustias, y defenderé la mía. Recordad que me habéis hecho más poderoso que vos mismo: soy más alto que vos; mis miembros, más ágiles. Pero no me dejaré arrastrar por la tentación de enfrentarme a vos. Soy vuestra criatura, y siempre seré fiel y sumiso ante vos, mi señor natural y mi rey, si vos cumplís también con vuestra parte, con las obligaciones que tenéis para conmigo. ¡Oh, Frankenstein…! No seáis justo con todos los demás, y me aplastéis a mí solo, a quien más debéis vuestra clemencia, vuestro cariño. Recordad que soy vuestra creación… yo

debería ser vuestro Adán… pero, bien al contrario, soy un ángel caído, a quien privasteis de la alegría sin ninguna culpa; por todas partes veo una maravillosa felicidad de la cual solo yo estoy irremediablemente excluido. Yo era afectuoso y bueno: la desdicha me convirtió en un malvado. ¡Hacedme feliz, y volveré a ser bueno…!
—¡Apártate…! —contesté—. No te escucharé. No puede haber nada entre tú y yo. Somos enemigos. ¡Apártate de mí… o midamos nuestras fuerzas en una lucha en la que uno de los dos deba morir…!"
Continuara...